Yo voté por Petro, pero hoy digo chao a Maduro
Desde hace años, la narrativa oficial venezolana y gran parte de la izquierda latinoamericana presenta la lucha económica como una mera excusa que justifica una dictadura tropical, en la cual solo una minoría goza de privilegios (boliburguesía), mientras una gran parte de la población anhela cambios profundos.
Esta visión simplista, que ve al imperio como el principal enemigo, ha dado lugar a líderes que se quedan en el poder gracias al populismo. Es necesario deconstruir esos paradigmas revolucionarios clichés y abrirse a una nueva lectura de los procesos sociales desde perspectivas que reduzcan las complejas dinámicas de la vida menos a sus estructuras hegemónicas, propiciando un análisis científico-social más sincero, disruptivo y menos dogmático.
Como ciudadanos, es posible simultáneamente apoyar a líderes como Gustavo Petro y criticar la opresión de Nicolás Maduro. Por ejemplo, Colombia ha logrado beneficios para los campesinos, la clase trabajadora y los ancianos a través de la reforma pensional bajo el actual liderazgo, mientras que Venezuela continúa atrapada en un ciclo de represión. Es fundamental que la voz del pueblo sea escuchada para construir un futuro más justo y plural, donde la democracia pueda florecer.
En este contexto, destaco en este análisis la relevancia de una transición de poderes en Venezuela, imprescindible para edificar un país más equitativo. Un enfoque basado en el diálogo y la diversidad de perspectivas potenciará el desarrollo de una sociedad libre, en contraste con el monopolio del Estado que busca adoctrinar y limitar la libertad de pensamiento y del disenso político.
Recordemos que el chavismo lleva 25 años en el poder y Maduro al frente de Venezuela desde 2013; esta es una sociedad que se ha quedado sin oxígeno para respirar nuevas ideas que enriquezcan su vida social y política. Asimismo, es esencial reconocer las contribuciones históricas de la izquierda, como sugiere Rúben Blades, quien aboga por rescatar lo mejor de cada ideología: izquierda, derecha o centro, para forjar un mundo más inclusivo.
Así como hemos, desde ideologías asimétricas, impulsado un cambio significativo en Colombia para saltar el yugo de la derecha y permitir que la izquierda aporte sus ideas y procesos para un mejor país, lo mismo es necesario impulsar en Venezuela, por medio de una transición del poder, para liberar a la región del yugo del populismo. Por lo tanto, decir “chao” a Maduro no solo es un rechazo a un régimen opresor, sino un llamado a la acción colectiva por un futuro que respete la dignidad del pueblo latinoamericano.
La posibilidad de elegir entre alternativas diversas es fundamental para desmantelar la dictadura tropical disfrazada de lucha contra el imperialismo, lo cual permitirá forjar un destino que, finalmente, debe pertenecer al pueblo.
PD: La boliburguesía se caracteriza por su acceso a recursos y oportunidades inalcanzables para la mayoría, y su riqueza a menudo proviene de la corrupción, el nepotismo y el control de empresas estatales. Este fenómeno perpetúa la desigualdad y contradice los valores de justicia social que la revolución bolivariana pretendía defender, al permitir que una élite económica se beneficie de su vínculo con el poder.
Por: @samuel_kaputt