Alejo Durán: legado y memoria del juglar vallenato
Alejandro Durán; Primer Rey Vallenato
La vida del juglar Alejandro Durán Díaz estuvo marcada por cantos, historias y relaciones que se entrelazaron con el origen del vallenato. A 36 años de su muerte, su hijo Alejandro recordó pasajes que rodearon al primer Rey Vallenato. El testimonio permitió reconstruir aspectos íntimos del músico y abrió preguntas sobre su vida familiar y artística. En Colombia, el interés por preservar estas memorias aumentó en espacios culturales y académicos que estudian el folclor, como registró Lado B en un análisis reciente sobre tradición musical afrocaribe.
Historia personal de Alejo Durán y su vínculo familiar
Alejandro Santiago Durán Gómez, de 70 años, relató desde su casa en Codazzi que conoció de cerca a su padre. Vivió en Planeta Rica, Córdoba, donde trabajó como maestro de construcción y compartió episodios que definieron la vida cotidiana del juglar. El hijo explicó que su origen surgió de una relación breve entre Durán y Elisa Gómez Machado, nacida en Pijiño, Magdalena. La historia terminó pronto, según dijo, por los conflictos que se presentaron entre ambos.
Durán Gómez recordó que su padre tuvo 23 hijos, aunque algunas versiones afirmaron que fueron más. Señaló que el músico expresó en una ocasión que “los hijos a veces lo volvían cobarde”, una frase que quedó asociada a su vida privada. Aun así, describió que la relación entre sus padres comenzó en Pijiño, en medio de cantos y encuentros que formaron parte del ambiente local.
El hijo indicó que su madre, fallecida hace tres años en Codazzi, contaba que los rumores sobre los viajes y relaciones de Durán afectaron el vínculo. La ruptura llevó al juglar a componer “Donde andará”, que incluyó versos como: “Ahora bebo de noche y día, porque el guayabo me mata”. La canción quedó como registro musical de ese momento sentimental.
Pasado el tiempo, Durán Gómez relató que buscó el reconocimiento legal de su padre. Contó que viajó a Valledupar y le informó que no había sido registrado. El músico viajó al día siguiente a Codazzi con dos familiares para completar el trámite, pero era primero de mayo y la notaría estaba cerrada. Lograron ingresar por solicitud a una funcionaria conocida y el registro se realizó sin celebración especial.
El hijo recordó que cuatro descendientes llevaron el nombre Alejandro. Explicó que se interesó en tocar acordeón y que solo participó una vez en el Festival Vallenato, donde avanzó a segunda ronda. Aprender el instrumento no fue sencillo, según dijo, porque en su casa no tenían recursos y practicó con un acordeón prestado. En una visita, intentó tocar una puya frente a su padre, quien le señaló que el instrumento “tenía 31 teclas y 12 bajos”, indicándole que debía encontrar las notas. Para Durán Gómez, ese episodio dejó claro que su padre tenía dominio, pero no era un maestro pedagógico.
Crédito histórico de Alejo Durán como primer Rey Vallenato
El 30 de abril de 1968, Alejo Durán se convirtió en el primer Rey Vallenato del Festival de la Leyenda Vallenata. Lo acompañaron Pastor “El Niño” Arrieta en la caja y Juan Manuel Tapias en la guacharaca. Interpretaron “La cachucha bacana”, “Elvirita”, “Alicia adorada” y “Pedazo de acordeón”. El jurado estuvo integrado por Miguel Facio Lince, Jaime Gutiérrez de Piñeres, Rafael Escalona Martínez, Gustavo Gutiérrez Cabello y Tobías Enrique Pumarejo Gutiérrez.
El premio fue un trofeo entregado por el gobernador del Cesar, Alfonso López Michelsen, y un cheque del Banco de Colombia por cinco mil pesos. En 1991 se instaló en Valledupar el monumento al “Pedazo de acordeón”, obra del escultor bogotano Gabriel Beltrán. La Fundación Festival de la Leyenda Vallenata documentó este episodio histórico en archivos oficiales del certamen www.festivalvallenato.com.
Alejo Durán murió en Montería, Córdoba, el 15 de noviembre de 1989, a causa de un infarto agudo de miocardio. Su hijo afirmó que el músico repetía que “tenía que estar enamorado para seguir componiendo, o despechado”, porque para él los temas centrales eran “el amor o la decepción”. Sus cantos permanecen en grabaciones, festivales y relatos que reconstruyen el origen del vallenato.