Breve reflexión a propósito de la muerte de Jorge Oñate
Por Andrés Cuadro (@butifarraloca)
Como toda persona y como todo amante del folclor vallenato hoy me siento dolido por la partida física del maestro Jorge Oñate; es sin duda una gran pérdida para el canto de caja, guacharaca y acordeón. El legado que deja es inmenso y desde luego, irrepetible.
Discutir o no sobre el legado o sobre el valor de la vida y la obra de un personaje tan importante como Jorge Oñate no tiene tanta importancia si se compara con algunas causas estructurales que tuvieron incidencia en el fallecimiento del cantante, si se mira desde un punto de vista crítico. Por ejemplo, si tenemos en cuenta que los aeropuertos del país fueron cerrados varios meses después de haber sido detectado el virus del Covid-19; sumado a ello, el estado paupérrimo de nuestro sistema de salud público, el cual empeoró por el mal manejo de la pandemia que ha venido teniendo el Gobierno nacional y, para terminar, la ineptitud frente a la adquisición y distribución de las vacunas.
La muerte de Jorge Oñate nos demuestra las consecuencias nefastas que tiene el mal manejo general de las instituciones públicas en nuestro país, consecuencias que no distinguen de altas personalidades o de pobres harapientos abandonados por el Estado. La crisis social en Colombia es una situación transversal a todas las capas de la sociedad, por lo que más que nunca es menester abordar un debate honesto de cara a lo que debe ser el modelo de país que queremos: un país con instituciones públicas fuertes, fortalecidas de cara a los retos del futuro que serán más y mayores (cambio climático, transición política, reforma agraria, etc.); un país con políticas públicas de desarrollo sostenible, el cual incluya a todos los sectores y comunidades; un país con un sistema de salud decente, moderno, actualizado, al alcance de todos los colombianos y colombianas.
Seguir con el modelo de país que se ha venido construyendo por más de doscientos años es seguir con un modelo anacrónico de muerte, el cual no distingue si es un reconocido cantante vallenato o una pobre anciana desconocida del sur del país. El rumbo de Colombia debe cambiar y estamos en la coyuntura perfecta para hacerlo.
El momento histórico que atravesamos es decisivo para cambiar el resultado repetitivo que hemos venido obteniendo en nuestra realidad. Las elecciones de 2022 son una gran oportunidad para apostar por un cambio de rumbo, por una nueva Colombia donde importe más la vida que los recursos naturales no renovables.
Es el momento de hacer un Pacto Histórico para transformar nuestro sistema de salud, nuestro sistema educativo, nuestro sistema laboral, nuestro sistema cultural, nuestro sistema social; en definitiva, es un gran momento, a pesar de la tristeza que nos embarga por los casi sesenta mil fallecidos que ha dejado esta cruel pandemia, para pensar con fuerza estoica y resignada, en la transformación ulterior de la sociedad colombiana, esa sociedad variada y diversa que tanto se lo merece.
Es inminente el efecto multiplicador del concepto tan explícito de la situación perenne del Pais, y recabar sobre la participación independiente y el voto ciudadano sin ningún apremio.