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Por: Jorge Enrique Robledo, exsenador de la República.

 

 

Si no estuviéramos en la Colombia de Gustavo Petro, lo que comentaré jamás hubiese ocurrido. Petro en parte ganó la Presidencia porque, con razón, rechazó que Iván Duque dilapidara una gran suma en la compra de numerosos aviones supersónicos de guerra que Colombia no necesitaba ni necesita. Aviones que son los mismos que Petro acaba de comprar, agregándoles a sus numerosos defectos ser capaz de voltearse y derrochar la plata escasa de la alimentación, la educación, la salud, el empleo y la producción urbana y rural de los colombianos.

Porque Petro está en camino de malbaratar ¡16.5 billones de pesos, 4.300 millones de dólares!, cuando el país va hacia una gran crisis económica, causada por un modelo económico que lo hace inviable y que Petro haya gastado en exceso, en especial en derroches, clientelismo y corruptelas.

Entre sus mensajes en X en 2021, el candidato Petro criticó al presidente Duque así: “La compra de aviones en medio de una crisis como la que vivimos, es el máximo grado de irresponsabilidad de un gobernante. No entiendo un país que pueda aplaudir que no se usen los recursos para salvar la vida y en cambio sí en instrumentos para bombardear niños”. Y “¿cuál cree que sería la mejor Colombia? Una Colombia que se gasta 14 billones de pesos en aviones de combate y otra Colombia que decide no hacerlo e invertir ese dinero en sedes universitarias y colegios. Nosotros invertiremos en la educación de la gente”.

¿Habrá algo más repudiable que el fariseísmo?

Y ahí están los videos de los senadores Gustavo Bolívar y Wilson Arias protestando porque Iván Duque pretendió gastarse esa suma en esos aviones de guerra, en contraste con el actual silencio alcahueta de los jefes petristas porque el comprador de los aviones inútiles es Gustavo Petro.

¿Su hipocresía no obedece a que le temen a que Petro los regañe en público y les recorte sus favores?

De otra parte, en 2022, con el presidente Petro ya en la compra de esos aviones, un experto norteamericano en asuntos militares los descalificó por inútiles para el tipo de conflictos armados que padece Colombia –con guerrillas y narcotraficantes–, en los que no sirven los aparatos supersónicos de guerra como esos, diseñados para grandes conflictos internacionales. Y también se opusieron a esa compra, en sendos artículos redactados con ese fin, los exministros de Defensa Rafael Pardo Rueda y Gabriel Silva Luján, por su experiencia, conocedores de las verdaderas necesidades nacionales.

Es evidente además que crece el número de colombianos que preguntamos por las posibles comisiones por los 17 aviones Gripen de Saab, la empresa sueca fabricante, porque este es un sector de la economía global famoso por pagarles coimas multimillonarias a los calanchines que llevan de cabestro a los gobiernos de sus países. Las autoridades deben investigar.

Que Petro, cobardón, hubiera esperado hasta el fin de su gobierno para concretar este grave mal a los colombianos, tiene un remate muy de su estilo: esos aviones los pagarán los próximos gobiernos, en medio de su enorme faltante de recursos públicos.

Y no nos sorprendamos si Petro además ordena continuar con el radar militar de Estados Unidos en el parque nacional natural Gorgona, otra decisión que nos avergonzará a los colombianos ante el mundo, en medio del sonoro silencio cómplice de los ambientalistas petristas.


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