Colombia consiguió financiamiento por USD 1.200 millones en la conferencia sobre el cambio climático
GRS analizó lo bueno y lo malo que dejó la conferencia de Glasgow organizada por la ONU y en el que participaron 197 países.
Gestión de Riesgos Sostenibles (GRS), organización que transfiere los riesgos de un mundo renovable, analiza cuáles fueron las principales lecciones que dejó la pasada la Cumbre del Clima para la gestión responsable del medioambiente.
El pasado 12 de noviembre concluyó en Glasgow, Escocia, la vigésima sexta conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP26), mayor y más importante encuentro relacionado con el clima en el planeta y en la que participaron 197 países, expertos en el tema, organizaciones y voceros de la sociedad civil. El evento tenía como meta principal mantener vivo el objetivo de limitar el calentamiento global a 1.5°C.
Para Sergio Isaza Bonnet, fundador y gerente de Gestión de Riesgos Sostenibles (GRS), “Colombia es altamente vulnerable al cambio climático por sus condiciones geográficas, económicas y su capacidad institucional. Aunque somos insignificantes en materia de emisiones (entre 0.45% y 0.6% del total mundial), estamos expuestos a riesgos físicos, es decir, desastres naturales y cambios en los patrones climáticos que afectan el nivel del mar y el rendimiento de las cosechas; así como también a efectos de transición, que son aquellos que resultan de una transición a una economía baja en carbono, como por ejemplo, la pérdida de mercado para nuestro carbón”.
Algunos impactos financieros del cambio climático que se están viviendo son el aumento de la volatilidad de los precios de los commodities, que se puede observar en la crisis energética europea actual; los daños físicos a activos, los cambios en la demanda de productos y servicios y la disminución de los ingresos y la rentabilidad de las empresas.
La noticia económica de la cumbre fue que Colombia logró USD 1.200 millones en financiación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de países aliados para lograr la carbono neutralidad, seguir impulsando la transición energética y de movilidad, prevenir la deforestación e impulsar la ganadería y la agricultura sostenible.
El Departamento Nacional de Planeación (DNP) estimó que se necesitan alrededor de 3,1 billones de pesos (USD 900 millones anuales) hasta 2030 para cumplir con los objetivos de mitigación del cambio climático en Colombia. Los USD 1.200 millones logrados son un comienzo, pero el sector público, las empresas y el sector financiero tienen que seguir aportando y consiguiendo fondos que permitan financiar la descarbonización de nuestra economía si pretendemos cumplir con las promesas que tendrán que cumplir futuros gobiernos.
GRS, explica cómo se están consiguiendo o incentivando los flujos de capital hacia este cambio en el modelo en el país:
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Fuimos el primer país de la región en emitir bonos verdes soberanos (TES) en moneda local. A finales de septiembre, se colocaron $750.000 millones de pesos en bonos verdes que se van a destinar a proyectos de gestión y aprovechamiento de agua, transporte limpio, servicios ecosistémicos y fuentes de energía no renovables.
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El impuesto al carbono recauda en promedio $425.000 millones de pesos cada año desde su promulgación en 2017, además, tenemos un mercado de carbono y un mecanismo de compensación. Es momento para que se destinen estos fondos en adaptación y mitigación.
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La banca y el sector privado siguen emitiendo bonos verdes, sociales y sostenibles. Las emisiones en pesos a mediados de 2021, habían recaudado 2,3 billones de pesos.
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El Ministerio de Hacienda y la Superintendencia Financiera de Colombia (SFC) están preparando la versión final de la Taxonomía Verde que es un sistema de clasificación de actividades económicas y activos que contribuyen sustancialmente a las metas de adaptación y mitigación del cambio climático. Uno de los objetivos principales de la Taxonomía es permitir al sector financiero identificar oportunidades que permitan elaborar productos verdes, por ejemplo, líneas de crédito verdes.
“Glasgow fue positivo para Colombia por las fuentes de financiación conseguidas y la visibilidad de las agresivas metas que tenemos en descarbonización, reducción de emisiones, preservación y restauración de nuestros bosques y selvas. Hacer frente a la emergencia climática es un compromiso del sector público y privado. El país debe seguir siendo líder y un ejemplo en la región de financiamiento climático”, concluye Sergio Isaza.
Según un análisis realizado por la organización experta en riesgos sostenible GRS, la cumbre del Clima COP26, presentó el siguiente balance:
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Lo bueno:
La inesperada colaboración entre EE.UU. y China (que en conjunto emiten el 43% de los Gases de Efecto Invernadero – GEI) para reducir sus emisiones de CO2 impulsando la transición energética y la descarbonización de sus economías. Igualmente, los importantes acuerdos establecidos para disminuir las emisiones de metano; la promesa para detener la deforestación y promover la regeneración de bosques y selvas de 90%, de los países donde se ubican estos ecosistemas, los avances en la regulación de mercados de carbono y la reglamentación del Acuerdo de París y los anuncios de varios países como España, Alemania y Francia, aliados de Colombia, que anunciaron que dejarán de financiar los combustibles fósiles.
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Lo malo:
Los 197 países firmantes sólo acordaron reducir y no eliminar gradualmente el uso del carbón con fines energéticos (principal causa del calentamiento global) y el texto final del acuerdo urge, no compromete, a los países desarrollados a duplicar la financiación colectiva para la adaptación al cambio climático de países en vías de desarrollo. El compromiso que se había adquirido para financiar USD 100.000 millones por año, hasta el momento no se ha cumplido.