Crónica: Sonidos de diciembre, la banda sonora de la navidad colombiana
A veces, cuando me adentro en los recuerdos de diciembre, me doy cuenta de que no hay forma de comprender esta época sin la música que la acompaña. Es como una natilla sin música bailable: no tiene sabor. En Colombia, diciembre no solo es una temporada de luces, reuniones y comida; lo que realmente le da vida es la música. No importa si estamos en la Costa Caribe, en el interior o en los Andes, lo que nos une es el son, el ritmo y la memoria colectiva que cada año se renueva con los mismos acordes de siempre.
¿Y qué sería de nosotros sin Rodolfo Aicardi y su “Adonay”? Una pieza que sigue marcando las fiestas decembrinas con su tono alegre y su esencia parrandera. Su “Cumbia de diciembre” suena en cada rincón del país, y aunque el nombre lo diga, tiene el poder de invadir cada fiesta sin importar la región. Aicardi sabía que la Navidad colombiana no podía existir sin una melodía capaz de poner a todos a bailar. Si no suena un tema de Rodolfo, ¿realmente estamos en diciembre?
A su lado, figuras como Pastor López, con su “El Hijo Ausente”, nos enfrentan a la parte melancólica de la Navidad: la distancia. La canción es un himno para aquellos que no pueden estar con sus seres queridos, especialmente en esta época, cuando las ausencias duelen más que nunca. Es curioso cómo una melodía puede evocar tan poderosamente tanto amor como tristeza; Pastor lo entendió bien.
No solo los de la costa se adueñan de esta tradición. En el interior del país, el vallenato no se queda atrás. En la región caribeña, artistas como Diomedes Díaz, con canciones navideñas como “Mensaje de navidad”, o Rafael Orozco, con su característico ritmo, han logrado darle un lugar al vallenato en las fiestas decembrinas. Y es que el vallenato no solo nos hace bailar, sino que nos transporta a una época más sencilla y cálida, cargada de historias de pueblo y de amor. Es el mismo vallenato que nos acompaña durante el año, pero con la fuerza de la Navidad, un toque de nostalgia y esa calidez que solo el género puede transmitir.
Lisandro Meza, por su parte, es otro que no puede faltar. El “Que se vaya el amor” o “La Matica” siguen siendo canciones que traen a la mente ese ritmo caribeño, lleno de esperanza, que embriaga el ambiente navideño. El cumbión, con su ritmo pegajoso, logra que incluso en los momentos más serios de diciembre, nos sacuda la nostalgia y nos dé ganas de bailar. Y en este contexto, Meza no solo es un embajador de la cumbia; es la voz que nos recuerda que diciembre también es un tiempo de fiesta.
Claro, no podemos olvidar a los Corraleros de Majagual, con su “La Burrita”, que sigue siendo uno de los clásicos más cantados y bailados en las fiestas decembrinas. Esos son los temas que, cuando suenan, no puedes quedarte quieto, te arrastran a un movimiento inevitable. Cada vez que escuchamos “24 de diciembre” de Lucy Figueroa, una de las primeras canciones “parranderas”, nos damos cuenta de que no hay forma de que la Navidad transcurra sin una buena dosis de salsa, cumbia y vallenato.
La influencia de los géneros como la salsa y el porro también se dejan sentir. Afrosound, con su “El Pesebre”, es uno de los más grandes exponentes de la música instrumental que invade las fiestas de Navidad, sumándose a esa atmósfera navideña con una fuerza que no pasa desapercibida.
Lo interesante de todo esto es cómo estos géneros no solo nos invitan a bailar. Nos traen recuerdos. Cada canción tiene una historia: el amor perdido, la familia ausente, el regreso a casa, las risas en la mesa, las luces brillando en cada esquina. Nos evocan lo mejor de nuestras tradiciones, esas que no se pueden replicar con facilidad en otros lugares. Porque si algo es claro es que en Colombia, sin música bailable, no hay Navidad. Y sin el son de las cumbias, los vallenatos y las parrandas, este diciembre sería solo una fecha más. La música es la que le da sentido a las tradiciones, la que nos conecta con lo que somos, lo que hemos sido, y lo que seguiremos siendo: un pueblo lleno de ritmo y de alegría, capaz de hacer de la Navidad algo único.
Por: Jhon Edisson Vallejo Suarez