Puede aparecer a cualquier edad, aunque suele iniciarse antes de los 20 años. Es el trastorno que más se registra en atención primaria y cada año va en aumento
La ansiedad es un mecanismo adaptativo natural por el que nuestro cuerpo y nuestra mente se ponen en estado de alerta ante sucesos comprometidos. Cierto grado de ansiedad proporciona un componente adecuado de precaución en situaciones especialmente peligrosas. Una ansiedad moderada puede ayudarnos a mantenernos concentrados y afrontar los retos que tenemos por delante, según el grupo de Educación en Salud para la Ciudadanía de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
Pero, en ocasiones, el sistema de respuesta a la ansiedad se ve desbordado y funciona incorrectamente, provocando una reacción desproporcionada. Incluso, a veces, se presenta en ausencia de cualquier peligro ostensible. Cuando esto ocurre, la persona se siente paralizada con un sentimiento de indefensión y, en general, se produce un deterioro del funcionamiento psicosocial y fisiológico. Se dice que cuando la ansiedad se presenta en momentos inadecuados, no se restringe a una situación ambiental particular, o es tan intensa y duradera que interfiere con las actividades normales de la persona; entonces se la considera como un trastorno que incluye los diagnósticos de crisis de ansiedad, ansiedad generalizada/persistente y formas mixtas de trastornos de ansiedad.
Se trata de una alteración frecuente que afecta entre un 50% y 60% de personas a lo largo de la vida
Según los datos recogidos en el informe ‘Prevalencia de los problemas de salud y consumo de psicofármacos y fármacos relacionados a partir de los registros clínicos de atención primaria‘, la ansiedad es el problema de salud mental registrado con mayor frecuencia en las historias de atención primaria, suponiendo un 6,7% de población con tarjeta sanitaria. Es un problema relativamente estable entre los 35 y 84 años.
Aparece en el 88,4% de las mujeres y en el 45,2% de los hombres de la población española. “Si se tiene en cuenta de forma conjunta con los signos y síntomas relacionados con la ansiedad, las cifras respectivas son 138 y 70%. Es un problema que se presenta con relativa estabilidad en todos los quinquenios de edad adultos, oscilando entre el 82 y el 122% en mujeres y el 46 y 63% en hombres de 25 a 80 años”, añade el informe. Los casos nuevos anuales se sitúan alrededor del 19,9% en mujeres y 10,4% en hombres.
El trastorno de ansiedad generalizado suele iniciarse antes de los 20 años de edad pudiendo existir una historia previa de temores infantiles y exclusión o inhibición social. Se trata de una alteración frecuente que afecta entre un 50% y 60% de personas a lo largo de la vida. Además, ocho de cada diez personas con trastorno de ansiedad generalizada padecen también depresión, distimia, fobias, ataques de pánico o trastornos obsesivo-compulsivos.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada no son los mismos en todas las personas ni en todos los momentos. Expertos de la Clínica Mayo explican cuáles son los más comunes:
- Preocupación excesiva. Se trata de uno de los síntomas más comunes y consiste en una preocupación desproporcionada respecto a los eventos que la desencadenan y suele ocurrir como respuesta a situaciones normales y cotidianas. Para ser considerada una señal de trastorno de ansiedad generalizada, debe estar presente la mayoría de los días durante al menos seis meses, debe ser difícil de controlar, grave e intrusiva, afectando la habilidad de concentrarse y realizar las tareas diarias.
- Pensar demasiado los planes y las soluciones a todos los peores resultados posibles.
- Percibir situaciones y acontecimientos como amenazantes, incluso cuando no lo son.
- Irritabilidad.
- Dificultad para lidiar con situaciones de incertidumbre.
- Temperamento indeciso y miedo a tomar la decisión equivocada.
- Incapacidad para dejar de lado u olvidar una preocupación.
- Incapacidad para relajarse, sensación de nerviosismo y sensación de excitación o de estar al límite. Estos síntomas ocurren porque el cerebro cree que ha percibido un peligro y comienza a preparar el cuerpo para reaccionar ante la amenaza.
- Dificultad para concentrarse, o sensación de que la mente se ‘pone en blanco’.
Asimismo, cuando nuestro cerebro permanece en alerta reaccionando a la ansiedad, se producen una serie de reacciones físicas que afectan a todo el cuerpo. Las más comunes son:
- Fatiga.
- Taquicardia.
- Trastornos del sueño.
- Tensión muscular o dolores musculares.
- Temblor, agitación.
- Nerviosismo o tendencia a los sobresaltos.
- Sudoración.
- Náuseas, diarrea o síndrome del intestino irritable.
¿Por qué tenemos ansiedad generalizada?
Actualmente, las causas de la ansiedad son desconocidas. En general suele existir un componente genético que puede manifestarse tras determinadas situaciones precipitantes o tras el consumo de diferentes drogas. Sin embargo, en muchas ocasiones, no se reconoce ningún factor ambiental precipitante obvio. Además, es más frecuente entre miembros directos de una misma familia, por lo que debe existir un componente hereditario aún no identificado.
Hasta el momento, no hay una forma conocida de prevenir este trastorno. Sin embargo, sí podemos reducir los episodios con algunas recomendaciones. Evitar el consumo de bebidas ricas en cafeína, alcohol y tabaco, buscar apoyo ante cualquier situación estresante o traumática, y no consumir productos que no hayan sido recomendados por un profesional de la salud.
¿Cómo puedo combatirla?
Si se sospecha que se sufre este trastorno, es fundamental acudir al médico para informar de los síntomas. En primer lugar, se descartaron, mediante un examen clínico, problemas físicos que puedan estar causando estos síntomas. Por lo general, el trastorno de ansiedad generalizada se trata con psicoterapia, medicamentos o una combinación de ambos, explican profesionales de la Clínica Mayo.
Hacer ejercicio con frecuencia es fundamental para reducir la ansiedad. A largo plazo, el ejercicio reduce las hormonas del estrés de tu cuerpo, como el cortisol. También ayuda a liberar endorfinas, las cuales son químicos que mejoran tu estado de ánimo y actúan como un analgésico natural. Otro de los múltiples beneficios que aporta la práctica de ejercicio físico es que aumenta la confianza, ya que te sentirás más seguro de tu cuerpo, lo que a la vez promueve el bienestar mental.
La risa es también una buena aliada. Es difícil sentir ansiedad cuando te ríes, es bueno para tu salud, ayuda a liberar el estrés, reduce la tensión al relajar tus músculos y a largo plazo mejora el sistema inmunitario y el estado de ánimo.
La propia fuente de la Clínica Mayo concluye diciendo que “masticar goma de mascar ocasiona ondas cerebrales similares a las de las personas relajadas y promueve el flujo de sangre al cerebro”.