En columna para RCN, el concejal del Polo afirmó:
En ninguna parte del mundo, ni en los países ricos, existe una capital del tamaño de Bogotá sin una red de metro. No es porque las grandes capitales del mundo no sepan en qué más gastar la plata, es que no tener un metro en una ciudad con las condiciones de Bogotá, es simplemente una condena para su futuro.
Aunque algunos quieran endilgarle la responsabilidad de que Bogotá no tenga metro al presidente Gustavo Petro, la realidad es que si no tiene metro es por Enrique Peñalosa. Desde los años 90, decidió privilegiar su experimento fracasado de Transmilenio por encima de una red férrea, utilizó los estudios del Metro realizados por la Agencia de Cooperación Japonesa para definir el trazado de las troncales de buses.
Posteriormente, después de retrasar el inicio de la construcción de la red de metro por más de una década, en el 2016 nuevamente saboteó la primera línea del metro de Bogotá que ya tenía los estudios de ingeniería básica avanzada el entonces Alcalde, por más troncales de Transmilenio y por un medio metro elevado de muy baja capacidad con estaciones cada 1.5 kilómetros o más.
Hoy el Presidente Gustavo Petro le da a Bogotá la oportunidad de cambiar ese absurdo proyecto de Peñalosa y dejar en el pasado el monopolio de los buses pegados. Los defensores del Metro Elevado tergiversan y mienten sobre el avance del proyecto para intentar mostrar resultados. De acuerdo con la misma información de la Empresa Metro de Bogotá, el consorcio chino aún no ha presentado la totalidad de los estudios y diseños del proyecto a pesar de que ya casi se cumplen cuatro años de la firma de la concesión.
Por otro lado, la obra que se adelanta en la Calle 72 con Avenida Caracas, adornada con una pancarta de la Empresa Metro, es un deprimido para que los buses de Transmilenio se ahorren un semáforo y puedan subir al futuro Transmilenio por la Carrera Séptima.
La propuesta del Presidente Gustavo Petro de modificar la primera línea del Metro, no sólo es legalmente viable, sino que es la opción que más le conviene a la ciudad. Por eso no podemos simplificar la discusión sobre la Primera Línea del Metro y dejarnos llevar por los egos políticos, si empezamos mal pagaremos las consecuencias durante los próximos 100 años o más, pero todavía estamos a tiempo. Esto no se trata de una pelea política o una frivolidad del Presidente, se trata del futuro de la movilidad de Bogotá.
Concejal de Bogotá
@CarlosCarrilloA