Icono del sitio Lado B

EL PACTO HISTÓRICO EN EL ATLÁNTICO

Compártelo

 

Por: LUCERO MARTÍNEZ KASAB (@lucerokmartinez). Psicóloga, Magíster en filosofía. 

 

Histórica la forma como, desde la organización del Pacto en Bogotá, impusieron una lista a la Cámara de Representantes en el Atlántico para las elecciones 2022, pasando por encima de la autonomía territorial con la complicidad de barranquilleros que vieron la oportunidad de alzarse con un trofeo que, además de representar dinero, otorga gran exposición hacia la gente a través de los medios de comunicación que se traduce también en más dinero. La región había postulado como cabeza de lista a la Cámara del Atlántico al abogado penalista Miguel Ángel Del Río y el centralismo del Pacto Histórico lo desbancó por un presentador de televisión, Agmet Escaf. 

 

¿Cuál es el contenido de vida que cada una de estas personas trae al proceso político del Atlántico? ¿Qué nos traen sus trayectorias? ¿Qué principios encarnan dignos de ser imitados?

 

Guy Debord, un pensador francés, escribió en 1967 un análisis del mundo contemporáneo al que llamó con gran precisión, La sociedad del espectáculo. Aquí, denuncia cómo esta sociedad actual ha ido lentamente pasando del ser al tener y del tener en simplemente parecer. El parecer, que siempre enfrenta a lo auténtico, será el principio detrás de los medios de comunicación para desarrollar hasta el hastío una forma de influir en el razonamiento de la gente para el lucro económico de otras partes; así, todo se vuelve mercancía para ser vendida y comprada y, por lo tanto, hay que diseñar siempre el mejor embalaje. El campo político no se escapa de esta tendencia, se volverá una puesta en escena como un set de televisión donde hay una figura central que reúne ciertos parámetros físicos y que intervendrá ante el público con un guión calculado. Esto es lo que trae Agmet Escaf a la política en el Departamento del Atlántico: lo impostado, lo aparente, lo superficial, lo vacío. 

 

Alrededor del Pacto Histórico en el Atlántico tuvimos unos días esperanzadores donde acariciamos el sueño de tener como cabeza de lista a un abogado especializado en ciencias penales y criminología que un día llegó hasta donde un humilde y anciano señor en la Plaza de Bolívar en Bogotá que denunciaba desde hacía años el asesinato de un hijo, para decirle, “Yo asumo su defensa, don Raúl, sin ningún costo”. Que ante la sanguinaria arremetida del ESMAD contra los jóvenes manifestantes del Paro Nacional creó, junto con otros abogados, y se puso al frente de la organización sin ánimo lucro que se llamaría, La primera línea jurídica, con el fin de defender a todos los jóvenes de las arbitrarias detenciones e imputaciones por terrorismo y vandalismo que terminaron en una masacre hoy confirmada por una Relatoría de las Naciones Unidas. Que por su profesión dio con las grabaciones telefónicas que destaparían la íntima relación de Iván Duque y el llamado Ñeñe Hernández, una persona vinculada con el narcotráfico. Que sostiene que la principal tarea de la educación en América Latina es enseñar a la gente a pensar por sí misma frente al colonialismo epistemológico que nos viene desde hace siglos. Esto es lo que traía al Pacto del Atlántico Miguel Ángel Del Río, un barranquillero que habla de servir a la gente y de hecho la sirve, que habla de educación, de justicia social, de atacar la corrupción. 

Pero se impuso el criterio de una persona igualmente vacía, frívola, insustancial como la del político Armando Benedetti, que, según cuentan, es quien está extendiendo la ayuda económica necesaria para la logística del Pacto en el Atlántico. Es decir, que el dinero, vuelve y compra los votos aún los del Pacto Histórico que tiene dentro de sus principios atacar la corrupción. Lo que hizo Benedetti, el señor Escaf y quienes lo impusieron fue un acto de corrupción e impusieron lo aparente, el espectáculo, a lo esencial y genuino encarnado en Miguel Ángel Del Río.

 

 luceromartínezkasab@hotmail.com 

 


Compártelo
Salir de la versión móvil