El Periodismo desde una Mirada Filosófica: La Influencia de la Carga Cultural e Ideológica en la Información

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El periodismo, desde su esencia, ha sido concebido para informar a la población con hechos reales y no con mentiras. Sin embargo, en la actualidad, nos encontramos con un fenómeno preocupante: la deformación de la verdad en base a juicios que son, más que nada, una proyección de la cultura, ideología y la idiosincrasia del periodista. Cuando nos encontramos como periodistas con el desafío de presentar un hecho, contar un suceso, o describir una realidad, el periodismo se confronta con eso que llamamos objetividad, la cual siempre va estar amarrada al contexto cultural donde nacimos y por sobre todo a los valores, idiosincracia y por supuesto ideología que representamos.

 

 

 

De otro lado, tenemos a su vez el desafío de la interpretación del hecho o la historia que contamos, narramos, donde el periodista no solo describe el suceso como quien pinta el paisaje, sino que colorea la realidad a su manera. En ese ejercicio el periodismo comienza a configurarse como un espacio donde las opiniones desplazan a los hechos. Aquí es donde el periodismo se convierte en un ejercicio cultural que carga con matices ideológicos. La idiosincrasia del periodista, formada por su contexto cultural y su matriz moral y ética, influye determinadamente en su manera de juzgar y presentar la información.

 

 

 

Así, se evidencia que los periodistas, en función de su ideología, eligen defender o criticar a diferentes actores sociales, políticos o culturales. Por ejemplo, observamos cómo se categoriza a los “buenos” y “malos” en la cobertura de ciertas realidades, donde la bomba mala y la bomba buena como con Israel y Palestina dependen de mi afinidad cultural e ideológica. Cuidado que aquí aparece algo mas fuerte aún, que es la colonización cultural que hacen potencias mundiales como Estados Unidos a través de los mass media, donde te venden siempre a los árabes como los malos, a los indígenas en el lejano oeste también como malos e incivilizados, los buenos de la película los rubios, y esa información, comunicación construye las idiosincracias de las audiencias que las ven o se informan por medio de estos canales hegemónicos, que llegan a todos los destinos, sin importar donde estén, tal como la luz solar. En este sentido, el periodismo puede transformarse fácilmente en propaganda, donde lo que se busca es beneficiar una versión de la realidad —la que yo represento— la que responde a mis valores y mi forma de ver el mundo, y no precisamente a una interpretación o relato “parcial”, dibujado pero no coloreado.

 

 

 

La carga cultural es implícita y evidente cuando el periodista consciente del impacto de su opinión; elige cómo, a quién y de qué forma contar la historia, consciente o inconscientemente espera este generar una reflexión y acción en las audiencias en solidaridad con el relato que el mismo ha construido desde su matriz o concepción política y cultural. Cuando un medio de comunicación, como @RevistaSeman o @BluRadioCo, prioriza mostrar aspectos negativos de un gobierno sin equilibrar la información con lo positivo, se desvirtúa el compromiso del periodismo con la verdad. En este caso, el proceso de cubrir la noticia se convierte en una herramienta de manipulación, cargada de ideología premeditada, donde la realidad se tergiversa para favorecer un determinado punto de vista.

 

 

 

Esta falta de equilibrio en la cobertura de los hechos no solo impacta la percepción del público o audiencia, sino que también pone en tela de juicio la integridad del periodismo como profesión, por eso en @LadoBCol acostumbramos ahora a decir #ElPeriodismoNoExiste Desde una perspectiva filosófica, si analizamos la situación del periodismo en la actualidad, nos damos cuenta de que, en esencia, este ya no responde al fin genuino de informar y retratar la realidad. En lugar de hacerlo de forma imparcial y objetiva, el periodismo se ve afectado por una idiosincrasia que interfiriere en la interpretación del mundo y de los hechos ante las audiencias. Se hace esencial recuperar el verdadero propósito del periodismo: el servicio a la verdad y a la sociedad, y ahondar en competencias culturales que le permitan al periodista entender la subjetividad de su narración y punto de vista, permitiendo a este finalmente lo que yo llamo “desdoblarse”.

 

 

 

Solo así podremos aspirar a un ejercicio periodístico que realmente informe y eduque, le de elementos de análisis, cuestionamiento y reflexión a las audiencias, en lugar de manipular y distorsionar la realidad a través de la opinión e interpretación del mundo.

 

Por: @samuel_kaputt


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