Por: Lucero Martínez Kasab. Psicóloga, magíster en Filosofía.
Como miles de personas presencié de manera virtual la conferencia que el presidente Petro dictó en la Universidad de Stanford en Palo Alto, California, la semana pasada. El teatro estaba completamente lleno en sus dos pisos por profesores, académicos y, por supuesto, por alumnos. El tema, de completa actualidad y bandera de gobierno del presidente: el cambio climático, la economía y la situación de los pueblos menos favorecidos.
Si hay que buscar algo que represente lo que fue esa conferencia tendríamos el silencio absoluto de la sala, los aplausos al terminar, los jóvenes con sus inteligentes preguntas o el acercamiento respetuoso al presidente una vez finalizó la conferencia, sin embargo, fueron los segundos de desconcierto de la traductora simultánea en varias ocasiones ante la densidad del tema lo que, ante cámaras, para mí, marcó la atmósfera de ese evento.
Cuando se sucedían esos segundos de silencio entre las frases del presidente Petro y la traducción, me imaginaba desde la distancia el recorrido veloz del pensamiento de la traductora viajando por entre millones de neuronas buscando la mejor manera de traducir las frases de economía, acompañadas con metáforas pronunciadas por el Presidente ¨para pasar como ciencia, no como ideología, se baña en matematicidad¨; la mezcla de la física con la economía ¨entonces, construye la sociedad como un cuerpo de átomos que son sujetos racionales que buscan la maximización de su utilidad y compiten entre sí¨ y, de teoría económica pura ¨llego al teorema de Walras, con el óptimo de Pareto, que es la base de todo el pensamiento neoliberal…¨.
Fue una conferencia teóricamente densa, abstracta, impenetrable para quienes no estamos muy familiarizados con la economía y su historia ni con la pugnacidad entre los militantes de las llamadas ciencias duras como las matemáticas, la física, la química, etc., y las ciencias sociales como la filosofía, la psicología, la sociología, etc., a partir de que las ciencias llamadas exactas se creen superiores a las ciencias sociales precisamente, por la exactitud, de la que hacen un soberbio alarde, tanto, que son las que en parte, nos han llevado al traste climático sin cuestionarse como es debido.
El sabio filósofo latinoamericano Enrique Dussel, el más grande contemporáneo, explica de manera muy sencilla cómo las ciencias exactas no tienen por qué creerse superiores ¨dos más dos son cuatro, indudablemente, es una operación abstracta, no hay duda y, eso será invariable, de acuerdo, pero, si digo dos patos más dos patos son cuatro patos…, eso es muchísimo más complejo porque, es concreto y, además, vivo…,y ¿esos patos de color son?, ¿de dónde vienen?, ¿todos tienen alas o alguno perdió una?, ¿son de la misma madre?, ¿del mismo padre?, ¿nacieron el mismo día…? Así, hasta el infinito, lo que no sucede con las ciencias exactas. Las ciencias sociales son complejas y no se les debe matematizar –término usado por el presidente Petro- so pena de reducir lo humano a fórmulas vacías que se llevan por delante la vida.
Acostumbrados a que lo abstracto es lo complejo y, por lo tanto, supuestamente, lo verdaderamente importante y, lo concreto, algo simple, menos significativo, las ciencias exactas como Ícaro, que en su osadía voló hasta el sol pensando que no se derretiría, creyeron que el comercio, que es vida humana, se podía reducir a fórmulas matemáticas y, el resultado es que la soberbia de unos nos está llevando al derretimiento de toda la humanidad.
El neoliberalismo, el sistema económico sustentado en la inhumana creencia que el mercado –la venta y compra de mercancía, bienes y servicios con todos sus factores- se regula solo y, que por eso el Estado no debería intervenir se origina, precisamente, explica el presidente Petro, en una fórmula del economista León Walras, fundador de la economía matemática. Fórmula a la que su inventor llamó Teoría del equilibrio general que, aproximadamente dice: las personas movidas por intereses diversos facilitan el equilibrio macroeconómico de la sociedad; así se resuelve la distribución de los recursos, el equilibrio de la oferta y la demanda y se llega a la competencia perfecta.
Esta economía matemática con su construcción intelectualista desaparece muy hábilmente la realidad: la estratificación social mundial entre ricos y pobres; de dominantes y sometidos; de acaparadores y desposeídos para ocultar, ahí sí, la maximización global del poder político capitalista y sus ansias por los recursos humanos y naturales de los países periféricos; los que necesitarán para seguir viviendo a sus anchas, so pretexto aún del espejismo del progreso.
Si el capitalismo y su derivado el neoliberalismo son inhumanos es, precisamente, porque en sus lógicas económicas desaparecen al ser humano, al trabajador, al trabajo vivo; tanto, que han sido capaces de reducir a una fórmula matemática las interacciones humanas dentro de una comunidad donde se intercambian alimentos, utensilios, ropa, zapatos, etc., el mercado. Palabra que despojaron de su origen concreto de donde provieneconvirtiéndola en un espacio cartesiano cruzado por líneas imaginarias. Donde había seres humanos pusieron proyecciones numéricas, reduciéndolos a átomos des-almados –sin alma-,competitivos entre sísin codicia, envidia, deseos, generosidad o empatía.
La burguesía economista vuelve abstracto el mundo concreto del mercado y lo absolutiza, argumentando que los actores deben ser libres para conseguir el máximo de bienestar y, ¿la otra parte? ¿Puede el mercado existir sin la parte humana? El presidente Petro, representante de esa otra parte, de los desposeídos por el sistema actual interpela en su conferencia a esa economía burguesa con su sistema neoliberal que ha difundido la idea de que la economía es natural como las lluvias y los atardeceres y, que, por eso, los mercados del mundo deben existir sin la intervención y regularización del Estado. La economía es un producto histórico, no es absoluta, es decir, es un producto de las interacciones humanas a través del tiempo; tiene un sujeto vivo que la hace posible. La competencia, el mercado, la economía al tener al humano como sujeto nunca serán perfectas porque, lo humano no es perfecto; siempre será posible mejorar.
Pero lo monstruoso no se ha dicho. Que la economía de la élite mundial, arrodillada a las matemáticas porque en su operatividad sale favorecida, quiere resolver la crisis climática nuevamente con números y ponderaciones distribuibles a todo el mundo a través de sacar el costo de la producción de monóxido de carbono y su efecto sobre el clima, la llamada Tasa carbónica. Sacarle el valor al efecto negativo del carbón sobre la atmósfera para introducirlo en los precios y, así, dejar que el mercado –nuevamente- supere la crisis climática. Lo que derivará en sacar cuánto vale la vida en el futuro mercado; como lo dijo el presidente Petro, eso es matematizar la vida.
Y, concluye el Presidente, la respuesta a lo anterior por parte de la economía neoliberal son las pólizas de vida que en Estados Unidos serán más caras que en otros países como Colombia, por ejemplo. Es decir, que unas vidas valdrán más que otras y, se hará un mayor esfuerzo por salvar la vida de los llamados países desarrollados de las subidas del nivel del mar, de los huracanes, de las sequías, de los virus y no tanto esfuerzo en el mal llamado Tercer mundo; una gran parte de la humanidad podrá ser desechada y se empezará por los habitantes de las islas que como vemos hoy, son los primeros en sufrir las consecuencias de la crisis climática.
En uno de los centros del capitalismo neoliberal del mundo, la Universidad privada de Stanford en Estados Unidos, el presidente Petro de Colombia propone lo impensable: un poder público global capaz de regular el capital para hacer la tarea que el capitalismo no puede realizar: el tránsito hacia la economía descarbonizada para salvar la vida del Planeta, nuestras vidas. Es el canje de deuda pública por acción climática dándole un jaque mate a ese esperpento de las pólizas de vida donde fue a terminar el teorema matemático de Walras.
Los segundos de perplejidad de la traductora simultánea fue el fiel reflejo del desconcierto de una comunidad internacional que, por primera vez, escuchaba semejante propuesta con una justificación tan profunda y de tanto poder mundial.
¿Sobre qué está parado tan firmemente el presidente Petro? Sobre los hombros de Carl Marx. luceromartinezkasab@hotmail.com