Hace 100 años, Freud publicaba ‘El yo y el ello’, la obra que exponía un método para interpretar los sueños y que pasó a la historia por sentar las bases del psicoanálisis como tratamiento terapéutico.
Fumador empedernido, Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, acabó sus días entre los sufrimientos provocados por el cáncer de paladar que le fue diagnosticado en 1923. Convertido en una de las figuras más influyentes del pensamiento contemporáneo, Freud dijo una vez: “Si quieres vivir, prepárate para morir”, y sin dejar de escribir y publicar artículos, su vida se apagó el 23 de septiembre de 1939 en Londres.
UN MUNDO MARCADO POR EL ANTISEMITISMO
Nacido el 6 de mayo 1856 en Freiberg (Moravia), Sigmund Freud fue el mayor de seis hermanos. Su familia se vio obligada a trasladarse a Viena para intentar sacar a flote el negocio de lanas de su padre. A pesar de ser judío, el joven Sigmund fue educado al margen de cualquier idea religiosa y nacionalista. Las adversidades económicas que atravesó su familia tampoco fueron un obstáculo para que ingresara en la Universidad de Viena a los 17 años, donde estudió Medicina. Ante el creciente ambiente de antisemitismo que se respiraba en la capital austríaca, Freud decidió cambiarse el nombre y pasó de llamarse Sigismund a llamarse Sigmund, el nombre con el que sería conocido a partir de entonces.
La familia se trasladó a Viena debido a las dificultades económicas, y el antisemitimsmo obligó a Freud a cambiar su nombre por el de Sigmund
Tras aprender español de forma autodidacta, Freud fundó junto con su amigo Eduard Silberstein una especie de sociedad secreta a la que llamaron Academia Castellana, donde bajo los seudónimos de Cipión para Freud y Berganza para Silberstein, emprendieron juntos la lectura de obras de Miguel de Cervantes entre las que destacan El coloquio de los perros, de donde escogieron sus apodos.
ESTUDIOS CON ESTUPEFACIENTES
Entre 1884 y 1887, Freud escribió una serie de artículos en los que abogaba por el uso de la cocaína con fines terapéuticos, y en algunos experimentos posteriores demostró las propiedades de la cocaína como anestésico local. En 1884, publicó un artículo titulado Über Coca (Sobre la coca) en el que ofrecía al lector una enorme cantidad de datos sobre la historia del uso de esta planta en Sudamérica, su exportación a Europa, sus efectos en los seres humanos y los animales, y sus múltiples usos en terapéutica. Posteriormente, el oftalmólogo austríaco Carl Koller publicó los resultados de las investigaciones de Freud y obtuvo grandes éxitos en intervenciones oftalmológicas.
En 1886, Freud se casó con Martha Bernays y, tras la publicación de unas cartas enviadas a su entonces prometida y luego esposa, se ha sabido que hizo un intento frustrado de curar con cocaína a su amigo Ernst von Fleischl-Marxow, que era adicto a la morfina. El tratamiento no tuvo efecto y solo sirvió para añadir una adicción más a las que ya sufría su amigo, el cual falleció poco después.
Intento sin éxito curar con cocaína a su amigo Ernst von Fleischl-Marxow, que era adicto a la morfina, lo que acabó provocando la muerte de éste
EL FRACASO DE LA HIPNOSIS
Basándose en algunos experimentos llevados a cabo por su mentor Josef Breuer, Freud abrió una clínica para realizar sus prácticas en el campo de la neurosis y de la histeria en las que uso la hipnosis y la catarsis. Una misteriosa paciente llamada Anna O. (su nombre real era Bertha Pappenheim) fue tratada por Breuer y Freud en aquel entonces. El tratamiento consistía en inducir en la paciente un estado hipnótico que le permitiese recordar las circunstancias previas a la aparición de los síntomas. A pesar de que todo parecía ir bien, en la lectura del caso clínico se observó con claridad que Breuer improvisó y modificó el tratamiento de acuerdo con el extravagante cuadro sintomático de su paciente. Al acabar el tratamiento catártico, la paciente no había mejorado y acabó siendo internada en un centro psiquiátrico. Una vez recuperada, Berta Pappenheim se volcaría en la causa feminista. Poco después Freud abandonó estas técnicas (y su colaboración con Breuer) en favor de la asociación libre (base del psicoanálisis), técnica con la que creyó poder aliviar los síntomas de sus pacientes, que verbalizaban sin traba alguna cualquier tipo de ocurrencia que se les pasara por la cabeza.
SU OBRA MÁS IMPORTANTE
En 1899, Freud publicó la que se considera su obra más importante e influyente, La interpretación de los sueños, aunque la fecha oficial de publicación, sin embargo, quedó establecida en 1900. En 1905 se publicó Tres contribuciones a la teoría sexual, la segunda de sus obras en importancia. De esta manera quedó inaugurada una nueva disciplina y una nueva manera de entender la mente humana: el psicoanálisis. Debido a la incomprensión que inicialmente provocaron sus teorías, Freud pasó unos años aislado tanto personal como profesionalmente. A pesar de ello, surgió un grupo de adeptos que se convertiría en el germen del futuro movimiento psicoanalítico, entre los que se encontraban Carl Gustav Jung y Wilhelm Reich; gracias a ellos, las ideas de Freud empezaron a llegar al gran público.
En 1899, Freud publicó la que se considera su obra más importante e influyente, La interpretación de los sueños
En 1906, Freud y Jung viajaron a Estados Unidos y comprobaron con sorpresa el entusiasmo que, mucho antes que en Europa, el pensamiento freudiano había suscitado allí. En la primavera de 1908, y por invitación de Jung, Freud celebró en Salzburgo el Primer Congreso Psicoanalítico. En 1910 se fundó en Nuremberg la Sociedad Internacional de Psicoanálisis, dirigida por Jung, quien conservó la presidencia hasta 1914.
RECONOCIMIENTO Y MUERTE
El primer reconocimiento oficial como creador del psicoanálisis le llegó a Freud en 1902, cuando fue nombrado profesor extraordinario, hecho que el psicoanalista comentaría en una carta dirigida a Wilhelm Fliess, un médico y psicólogo alemán, en la que sarcásticamente decía: “Como si de pronto el papel de la sexualidad fuera reconocido oficialmente por su Majestad”.
Freud obtuvo su primer reconocimiento internacional en 1909, cuando la Universidad de Clark, en Worcester, Massachusetts, le concedió el título honorífico de Doctor Honoris Causa. Así, con la intención de divulgar el psicoanálisis en los Estados Unidos, y aprovechando las celebraciones del vigésimo aniversario de la fundación de la universidad que presidía el pedagogo y psicólogo G. Stanley Hall, Freud fue invitado a impartir varias conferencias.
Pero pronto las cosas empezaron a torcerse. En octubre de 1911, Freud sufrió un importante revés cuando varios de sus seguidores se dieron de baja de la Asociación Psicoanalítica Vienesa, y la cosa empeoró cuando a ellos se unió Carl Gustav Jung en 1914. Aunque lo peor estaba por llegar. En 1923, Freud fue diagnosticado de cáncer de paladar, posiblemente una consecuencia de su irreductible adicción a los puros. Además de ocasionarle un gran sufrimiento y dejarlo incapacitado, la enfermedad le provocó sordera en el oído derecho y lo obligó a usar una serie de incómodas prótesis de paladar que le dificultaron el habla. A consecuencia de ello, Freud tuvo que ser operado hasta en 33 ocasiones. A pesar de todo, nunca dejó de fumar, con las terribles consecuencias que esto le acarreó. Freud continuó trabajando como psicoanalista y, hasta el fin de su vida, no cesó de escribir y publicar un gran número de artículos, ensayos y libros.
A pesar de los reconocimientos a su trabajo, Freud recibió dos duros reveses, el abandono de Jung y contraer un cáncer de paladar
El 23 de septiembre de 1939, con la salud ya muy deteriorada e incapaz de soportar el dolor que le producía el cáncer de paladar, habló con su médico personal, Max Schur, y le recordó la promesa que éste le había hecho de sedarlo para ahorrarle la agonía. Schur le suministró tres inyecciones de morfina, y el padre del psicoanálisis murió de sobredosis. Sigmund Freud fue incinerado en el crematorio laico de Golders Green. Allí reposan sus cenizas junto a las de su esposa Martha.