Por: Juan David Duque (@juanduquega).
Hoy por hoy el sistema de compras públicas es importante para el país pero irrelevante para el ciudadano de a pie. Los colombianos no conocemos el funcionamiento del Estado, favoreciendo el actuar de los corruptos, ya que son menos ojos haciendo veeduría a cada una de las adquisiciones que hace el Estado en sus diferentes niveles, esto además acompañado de bajas competencias en las áreas de compras del Estado .
Si todos cuidáramos en que se gastan el dinero de nuestros impuestos seguramente las personas inescrupulosas lo pensarían dos y tres veces antes de cobrarnos 6 o 7 veces más por lo mismo, como ocurrió en la construcción del proyecto Hidroeléctrico Bonyic en Panamá que pasó de costar $50 millones USD y resultó en $314 millones USD (El Tiempo, 2018), esto en complicidad de funcionarios públicos, entes de control que se hicieron los de la vista gorda y en medio de un silencio cómplice de un modelo de ¨gobernanza¨ que tenía cooptado el municipio de Medellín.
Lo anterior es un caso de corrupción de sobre costos, pero, y ¿qué sucede con las compras innecesarias ó con poco valor para la sociedad?, si esas compras que hacen los funcionarios por gastarse la plata y ya. Por ejemplo la compra de dos pares de Airpods , por parte de la Secretaría de Hábitat de Bogotá, acaso a ¿alguno de nosotros nos cambia la vida que la secretaria de Hábitat use audífonos costosos?, acaso ¿nos interesa que con nuestros impuestos se paguen unos audífonos para el uso personal de un funcionario?.
Estoy seguro que no, sin embargo todo esto es posible dentro del proceso de compra pública pues este se aborda de una forma operativa y legalista , ya que los funcionarios se pueden escudar en que no cometen ningún delito al incurrir en gastos absurdos y de poco valor para los ciudadanos, dejando de lado una visión estratégica sobre el valor que debe agregar cada una de las compras que haga el Estado, aplicando un dicho popular de nuestro país que dice: hasta regalado es caro.
Estos dos casos son una muestra pequeña muestra de la cultura organizacional que tienen las áreas de compras de las entidades públicas, que alejadas totalmente de una visión de negocio y pegadas a una legalista permiten que se gasten nuestros recursos públicos de una forma tan vergonzosa, ya sea por la aparición de sobrecostos astronómicos o la compras absurdas que se hacen por montones en el sector público. Esto nos lleva indudablemente a preguntarnos si SECOP I, II Y TVEC realmente sirven para algo si no se cambia esta cultura organizacional, porque si generan un control para evitar los sobre costos en las compras públicas y el amañe en la contratación, pero ¿Quién nos salva de un funcionario derrochón y sin visión?
Pareciese que la maraña que tienen entre decretos, leyes y modificaciones a las leyes de contratación estuviesen hecha para obstaculizar la visión de negocio en el proceso de compras, dificultando cualquier grado de innovación, acaso, ¿Quién puede innovar en medio de una lluvia de leyes y decretos?, favoreciendo así procesos llenos de leguleyadas, ausentes de valor o lo que es peor llenos de sobrecostos.