La luz del sol y su efecto en los que giran a su alrededor
En el actual panorama político de Colombia, la figura del presidente Gustavo Petro se ha erigido como una de las más influyentes y divisivas en la historia reciente del país. Con su estilo único y su enfoque radical en muchos temas, ha logrado una visibilidad que, en algunos casos, no deja espacio para otros actores políticos, sociales o ciudadanos que también forman parte del entramado nacional. La metáfora del sol y los planetas, compartida por @Samuel_Kaputt, resulta particularmente apropiada para entender cómo la figura de Petro, al brillar con tanta intensidad, puede terminar eclipsando a aquellos que orbitan a su alrededor.
“Cuando existe una figura que es muy grande e irradia mucha luz como el Sol, esta misma lastimosamente no deja otear los planetas que se mueven a su alrededor, es posible que encandile a quienes pretenden ver esas otras luces y su luz sin quererlo termina quemando a… pic.twitter.com/9mSquGhmOJ
— Lado B (@LadoBCol) January 8, 2025
“Cuando existe una figura que es muy grande e irradia mucha luz como el Sol, esta misma lastimosamente no deja otear los planetas que se mueven a su alrededor, es posible que encandile a quienes pretenden ver esas otras luces y su luz sin quererlo termina quemando a quienes se mueven en su circunferencia.”
Esta reflexión no solo es una metáfora sobre el poder y la visibilidad, sino también una crítica implícita a los efectos secundarios de la concentración de poder en una sola figura política.
El gobierno de Petro, al ocupar el centro de la atención pública, ha logrado ser una figura dominante, tal como el sol en el espacio. Su política y sus decisiones irradian una luz que, si bien es indispensable y necesaria en muchas circunstancias, ha tenido el efecto no deseado de opacar a aquellos sectores que, aunque en su órbita, no consiguen la misma visibilidad ni protagonismo. Las voces de la oposición, los movimientos sociales que no comparten su agenda o incluso las iniciativas locales que buscan soluciones más ajustadas a contextos específicos, han quedado a menudo fuera del foco de atención.
Este fenómeno no es exclusivo de Petro ni de su gobierno, sino que es un reflejo de cómo funciona la política en general. Cuando una figura alcanza una magnitud tal que se convierte en el centro de todas las miradas, sus decisiones y su discurso tienden a acaparar todo el espacio, y el riesgo es que todo lo demás quede relegado a un segundo plano. En este sentido, la luz que emana de Petro, como la del sol, puede tener el efecto de quemar a los que giran a su alrededor, limitando la capacidad de otros actores de ser escuchados.
Sin embargo, esto no significa que la figura del presidente sea menos relevante ni que su liderazgo carezca de importancia. Su capacidad de movilizar a grandes sectores de la sociedad, así como de plantear una agenda transformadora para el país, es innegable. Pero al igual que el sol no puede evitar que su luz sea cegadora, el gobierno de Petro, en su afán por implementar cambios significativos, a veces pasa por alto el daño colateral que puede generar en otros sectores que también tienen algo que aportar.
La reflexión detrás de esta metáfora es clara: en un sistema político, como en el espacio, todos los elementos tienen una función. El sol, aunque vital, no debe ignorar los planetas que lo rodean. Las voces disidentes, las propuestas alternativas y los proyectos que no forman parte de la órbita del gobierno también son esenciales para el desarrollo de una democracia pluralista. Si el presidente y su gobierno siguen brillando con la misma intensidad, pero sin permitir que los demás actores participen plenamente, el riesgo es que se pierda la riqueza del debate público y se convierta en una única luz la que defina el futuro del país.
Por tanto, la clave está en encontrar un equilibrio. No se trata de apagar la luz del sol, sino de permitir que otros planetas también tengan su espacio para brillar. La democracia requiere de un espacio para el pluralismo, donde todas las voces, aunque más pequeñas o menos visibles, puedan ser escuchadas y tenidas en cuenta. Solo así, con una mirada más amplia y menos centrada exclusivamente en una sola figura, el país podrá avanzar hacia un futuro más inclusivo y justo para todos.