Por: Daniel Vivas Barandica.
La vida del RocknRolla no es nada fácil. Cuando alguien es un RocknRolla, cuando los demás lo perciben como un RocknRolla, le toca a diario, constantemente, lidiar con personas que siempre le quieren “bajar la caña”. Como que no soportan -consciente o inconsciente- lo relativo que el RocknRolla puede llevar su existencia, de forma negativa o positiva o en términos medios. Entonces esas personas siempre son a querer desalentarlo, “chimbiarlo”, incomodarlo, degradarlo, de alguna forma. Los cercanos. Sus conocidos. Sus amigos. Su pareja. Su familia. Su jefe, sí es que aún tiene. Sus compañeros de trabajo. Sus “fans”/haters, muchos no declarados. O cualquier marica que va por la calle o lo encuentre en redes sociales o en una fiesta.
Así que siempre opinarán de su estilo de vida. Sus tenis. De su empresa. Su pelo. Su celular. Su computador. Sus pulseras. Sus chaquetas. Sus gafas. Sus tatuajes. Su cuerpo. Su ropa. Sus cintas. Sus dientes. Su carro. El lugar que habita. Sus viajes. No dudarán en hablar de la hembrita que ha escogido para que lo acompañe por un largo o corto período de tiempo, o una noche, en cómo luce, de dónde viene, cómo la trata o incluso los gustos que le da. Y así criticarán también los de él. Sus creencias. Sus ídolos. Sus hábitos. Sus hobbys. Los lugares e individuos que frecuenta. Lo que consume. La manera de ganarse la vida. Su aspecto. Sus planes, su pasado, su futuro, cualquier maricada de su vida.
Buscarán el más mínimo detalle cuando lo tengan de frente, o cuando publique una foto, un estado, una frase, para, repito, “bajarle la caña”. Pero el verdadero RocknRolla solo se relaja, hace caso omiso… porque, como dije al principio, “La vida de un RocknRolla no es nada fácil”. Y es así que cada vez que se enfrenta a un “baja caña”, el verdadero RocknRolla respira, sonríe, les contesta de vez en cuando, otras veces se caga de la risa de sí mismo, de ellos, los entiende; es que es gente que no tiene sus mismas capacidades, modos, vivencias, conocimientos, intelecto, pero los escucha, los lee, los analiza, los entiende, comprende, compadece, porque su misión en la vida, es esa: entretenerse, entretener, y que todo siempre sea un show.
Algunas veces magnífico, otras veces no tanto, pero, ¿qué sería de la vida de un auténtico RocknRolla si su día a día no fuera como una montaña rusa? ¿Dónde quedaría toda la adrenalina de las subidas y bajadas para encontrar el aliciente de acostarse a las tres de la madrugada —con la esperanza de no volver a abrir los ojos— y volver al juego de nuevo a las siete y media de la mañana, dudando hasta de haberse despertado?
A un verdadero RocknRolla todo se lo criticarán o se lo pondrán en duda. De hecho, lo que más odia la gente que lo rodea, es verlo feliz. Alegre. Exitoso. Cada vez que un RocknRolla se muestra pleno, lleno, radiante, que por fin está disfrutando vivir, su círculo más cercano querrá verlo decadente. Disminuido. Que vuelva a su esencia de autodestrucción. Porque, como dije anteriormente, siempre buscarán “bajarle la caña”. No lo soportan. Por eso, como he repetido varias veces, “su vida no es nada fácil”, pero el show debe continuar hasta que el cuerpo, la mente, las fosas, la billetera, la fiesta, la cabeza, el alma, aguanten.
Ins: @DanielVivasB
https://facebook.com/danielvivasb