Las Juntas de Acción Comunal: aliadas estratégicas del Estado en el desarrollo local

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Por: Jorge Orlando García Restrepo, exalcalde de Pensilvania, Caldas.

 

En Colombia, donde el Estado a veces llega en chiva (bus escalera) y la necesidad va en moto, las Juntas de Acción Comunal (JAC) no esperan: se organizan, gestionan y resuelven. Firmar convenios de asociación con ellas no es un capricho romántico por “lo comunitario”; es una decisión inteligente, eficiente y profundamente democrática. Es, si se quiere, enamorarse de la solución más cercana, transparente y barata.

Los convenios de asociación con entidades sin ánimo de lucro como las JAC, permiten ejecutar actividades de interés público: Mejoramientos de vivienda, placas huellas, mantenimiento de vías, cuidado de parques, acueductos veredales, cultura, deporte, seguridad alimentaria, entre otros.

En Pensilvania, la administración Municipal período 2020 – 2023, de la mano de las Juntas de Acción Comunal, logró ejecutar más de 3.200 mejoramientos de vivienda, realizar mantenimiento a todas las vías municipales, departamentales y nacionales de su jurisdicción, y a casi todos sus caminos veredales. También logró construir más de 20 kilómetros de placa huella, restaurantes escolares, arreglo de sedes educativas, canchas deportivas y garruchas; además de llevar gas natural a veredas, ente otras muchas más actividades.

Cuando la prioridad es tapar un hueco antes de que se convierta en cráter, la JAC sabe dónde, cómo y con quién. Reduce tiempos de diagnóstico y logística, y ejecuta con sentido común territorial.

Mano de obra local, transporte del vecino, cada peso se queda en la economía del sector y genera un multiplicador inmediato. Además, la comunidad cuida lo que construye porque tiene apellido propio.

Aquí el “veeduría a la vista”: cronogramas en la tienda, actas en la casa comunal, ojos atentos en cada esquina. La vigilancia social es cotidiana y cercana.

Donde construir Estado ha sido difícil, el convenio con la JAC es un puente: participación real, corresponsabilidad y autoestima colectiva. La infraestructura se vuelve excusa para construir tejido social.

Nada más caro que la obra abandonada. Cuando la JAC ejecuta, también organiza el cuidado: convites, turnos, avisos. La vida útil se alarga y el barrio late.

Firmar convenios de asociación con las JAC no es tercerizar el Estado; es ampliarlo hasta la cuadra, la vereda y la esquina donde todo empezó. Es administrar con cabeza fría y corazón caliente. Si de gobernar se trata, pocas cosas conquistan tanto como ver a un barrio o vereda de la mano con su alcalde o gobernador, estrenando un parque al atardecer. Y sí: a veces la buena gestión también hace latir más fuerte.


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