Por: Alejandra Saavedra (@alejitaCanl).
La actual alcaldesa ha sido una de las grandes decepciones para sus electores.
Cuando en octubre de 2018, la ciudadanía bogotana, la votación urbana más grande del país, depositó su confianza en Claudia López como primera mandataria de la capital, no imaginó que muchas de sus promesas fueran rotas en tan corto lapso. La ciudad pedía un cambio en el direccionamiento que le había dado Peñalosa, y esa, valga decirlo, fue una de las razones que sentó a López en el despacho de Lievano. Sin embargo y a estas alturas del partido puede decirse con seguridad que el peñalosismo solo mutó de rostro, pero su esencia permanece: Más TransMilenio contaminante, más cemento, más proyectos ampliamente cuestionados como el Metro Elevado, más represión del ESMAD, más inseguridad, Etc. Eso sin sumar el factor pandemia que acentuó o derivó otras problemáticas.
Repasemos algunas de esas promesas hasta ahora incumplidas por parte de la burgomaestre:
En campaña, López se mostró en oposición al proyecto de movilidad de la troncal de TransMilenio por las carreras Séptima y 68; pero, contrario a lo dicho, los adjudicó, afirmando que Peñalosa lo dejó firmado y que está “de manos atadas”.
Siendo candidata demandó, junto con concejales del Polo Democrático, el proyecto del Metro Elevado. Ya como alcaldesa elogió el mismo y agradeció la gestión del exalcalde Enrique Peñalosa: “Desde aquí le mando un abrazo de reconocimiento y gratitud al exalcalde Enrique Peñalosa, al expresidente Juan Manuel Santos, que empezaron en sus respectivos mandatos los trámites y compromisos mutuos requeridos para que la fase 1 de la primera línea del metro empiece hoy a construirse”, expresó ante la prensa.
La alcaldesa también afirmó en campaña que no subiría el valor de la tarifa de Transmilenio y el SITP, pero terminó haciendo el alza. En su defensa alegó que no fue ella, sino la administración pasada la que “subió de facto $100 a Transmilenio en diciembre, pero no lo anunció”. La misma excusa que se ha vuelto su muletilla.
López había descartado construir una troncal de TransMilenio por la calle 13, pero se retractó confirmando que su administración sí lo hará; con la excepción de que la troncal que se implementará por ese corredor será diferente a la que planeó Peñalosa. La alcaldesa anunció que por los inconvenientes presentados en el corredor, es necesario realizarlo. Sin embargo, lo asegurado por ella es rebatido por las evidencias, pues es innegable que, así use un eufemismo (“corredor verde”), no es otra cosa que una troncal de TransMilenio.
Otro episodio que sacó a relucir sus contradicciones fue su liderazgo con la fuerza pública en medio de las protestas por la muerte del abogado Javier Ordóñez a manos de la Policía. En campaña la alcaldesa afirmó que si ganaba sería la jefa de esta, mientras que con la jornada de manifestaciones responsabilizó al Gobierno Nacional por el actuar de los uniformados. Recordemos que ese día murieron 12 civiles, en su mayoría jóvenes de estratos pobres que hasta la fecha no han obtenido respuesta alguna de la justicia.
Un episodio tristemente célebre fue el del maltrato a un vendedor ambulante de parte de la alcaldesa. Acudiendo a la policía, López hizo decomisar su carro de comidas rápidas, es decir, su herramienta de trabajo. Este hecho tiene que ver con otra de sus promesas rotas: La de no perseguir a los vendedores ambulantes. En campaña decía que la policía debe concentrarse en perseguir delincuentes y no personas honestas que laboran en las calles:
Entre ayudas (por pandemia) del Distrito que no llegan, marcados rasgos de xenofobia contra los venezolanos, humedales que ahora serán pavimentados, desalojos a mujeres madres cabeza de hogar, represión policial, demolición de hospitales públicos para volveros privados, inmensos gastos en publicidad, árboles talados, entre otras acciones reprochables y frases esperanzadoras que se quedaron en promesas, ha transcurrido el mandato de Claudia López. Las últimas mediciones también confirman el descontento de los capitalinos: En 13 puntos se desplomó su favorabilidad, y con el mismo ritmo empiezan a desplomarse sus probabilidades de ser, en un futuro cercano, la primera mujer presidenta de Colombia.