Por qué Israel no quiere la paz con los palestinos. Hamás, el caballo de troya del sionismo
Desde hace unos años ha estado cobrando fuerza la idea de que Hamás es una facción radical islámica palestina creada por Israel. Incluso congresistas norteamericanos como Ron Paul lo han explicitado muy cristalinamente y medios como el Washington Post (periódico cabecera de la CIA), para sorpresa de propios y extraños, se atrevió a «denunciarlo». Pero también medios alternativos como Global Research. Aunque no es nueva esta teoría, puesto que incluso fue denunciada por el propio Yasser Arafat, es de singular relevancia a la hora de analizar los acontecimientos que están sucediendo estos días en la martirizada franja de Gaza. Se sabe que desde la guerra de los Seis días (1967) hasta 1980, Israel jugó un papel destacado a la hora de ayudar a los Hermanos Musulmanes a establecerse en los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza.
Un personaje clave del islamismo radical, el jeque Ahmed Yassin (quien luego fue asesinado con un misil del ejército judío), a la sazón líder de los Hermanos Musulmanes, fue el que eligió Israel para impulsar el debilitamiento del principal enemigo judío-sionista: la OLP de Arafat. Esto no son elucubraciones ni conjuras “anti-semíticas” sino hechos puestos en práctica que van más allá de la mera sospecha. Refrendados por personajes que se han movido en el entorno de los servicios de espionaje y por los propios interesados (palestinos e israelíes).
El ex embajador USA en Arabia Saudita, Charles Freeman, corroboró en su momento la hipótesis sobre la conexión Israel-Hamás. Dice Freeman: «Israel puso en marcha Hamas. Fue un proyecto del Shin Bet [la Agencia nacional israelí de inteligencia], quien tenía la certeza de que podían utilizar a la organización islámica como “dobladillo” de la OLP.» Otras fuentes tan poco sospechosas de simpatizar con la causa palestina, como el New York Times, a través de uno de sus reporteros (David Shipler), recogió las declaraciones de un gobernador militar judío de Gaza (el General de Brigada Yitzhak Segev) jactándose nada menos de que Israel había financiado expresamente a los radicales islámicos. Shipler relata:
Los fundamentalistas islámicos son considerados de utilidad para Israel, porque siempre han tenido conflictos con los partidarios seculares de la OLP. El Gobernador militar israelí de la Franja de Gaza, el General de Brigada Yitzhak Segev, una vez me contó que había financiado el movimiento islámico para utilizarlo como un contrapeso a la OLP y a los grupos comunistas que existen en dicha organización. «el Gobierno israelí nos otorgaba un presupuesto y el gobierno militar judío de Gaza lo distribuía entre las mezquitas», me dijo el general.” Es decir, lisa y llanamente, el islamismo radical era el ariete que necesitaban los psicópatas de Tel-Aviv para justificar su permanente política “antiterrorista”, colonizadora y de limpieza étnica en los territorios ocupados. Los palestinos se encontraban en un callejón sin salida, con dos enemigos con el mismo objetivo común, aunque en el caso de Hamás se tratara de un “enemigo” indirecto y que, teóricamente, apoyaba la lucha contra el invasor israelí.
Remontándonos a los años ochenta, cuando los Hermanos Musulmanes ya tenían un cierto grado de penetración en Gaza y Cisjordania, éste grupo fundamentalista no apoyó la resistencia contra el ocupante israelí ya que sus objetivos estaban dirigidos, fundamentalmente, a destruir a la OLP y, sobre todo, a su ala más izquierdista (el FPLP, Frente Popular para la Liberación de Palestina). Esa era la gran baza judía para estrangular el movimiento palestino laico. En el levantamiento palestino de 1987, la famosa primera “intifada”, Arafat ya denunció que Hamas y el jeque Yassin estaban actuando coordinadamente «con el apoyo directo de las dictaduras feudales árabes reaccionarias en clara connivencia con el ocupante israelí”.
Las sospechas del envenenado Arafat empezaban a tomar forma y cuerpo sobre Hamás, como un ariete terrorista desestabilizador del Mossad que actuaba en contra del movimiento de liberación palestino y a favor de los intereses de Israel. Pero es que el mismo Arafat fue el que sin ambages señaló con el dedo a Hamás como una creación directa de Israel: “Hamas es una creación de Israel. El primer ministro judío Isaac Shamir, desde un primer momento, fue quien les dio dinero y el que promovió la creación de más de 700 instituciones islámicas, entre ellas escuelas, universidades y mezquitas.»
En definitiva, como bien dice Sara Roy, Israel está llevando a cabo su vieja estrategia de promocionar a Hamas para debilitar a las facciones nacionalistas seculares como una forma de asegurar la desaparición definitiva de la [Autoridad Palestina], y como un esfuerzo para extinguir el nacionalismo palestino de una vez por todas«. Lo que ocurre es que los errores de cálculo del sionismo pueden tener un margen considerable, con el paso de los años, y pueden sobrevenir, inesperadamente, elementos indeseables como el que aconteció días antes del comienzo de la masacre en Gaza (dejando de lado el pufo judío de los tres colonos asesinados): el acuerdo a que llegaron la ANP (Autoridad Nacional Palestina) y Hamás para formar un sorpresivo gobierno de coalición nacional, algo que, sin duda, no pudo ser bien visto desde Israel, el “padre padrone” de Hamás a todos los efectos, y que desencadenó la falsa bandera de los tres colonos judíos “secuestrados y asesinados” de Cisjordania. Se trataba de la espoleta retardada perfecta para iniciar la agresión criminal a Gaza.
La cuestión medular, Hamás como creación del Estado de Israel, generaría otras controversias igualmente sospechosas: ¿Por qué Hamás siendo un grupo radical islámico no dispone de sofisticadas armas de guerra como las de sus coetáneos, los terroristas “sirios” de AlQaeda o los “iraquíes” del ISIS? La fuerza de Hamás reside, además de en los fusiles kalashnikov, en unos cohetes-cerbatana que lanza sobre territorio judío sin causar el más mínimo daño, tanto a nivel personal como material, además de ser fácilmente localizables y derribables, en su mayoría, por el ejército sionista. Armamento muy medido para luchar contra el enemigo «mortal» israelí. ¿Cabría la posibilidad de que miembros infiltrados de la inteligencia judía estuvieran detrás de esos “lanzamientos”?. Las operaciones “black-op”, de guerra psicológica, son muy habituales a lo largo de la historia criminal del Estado judío para las que ha utilizado, incluso, a mercenarios de origen árabe. Otra discusión interesante sería el por qué el Mossad asesinó al líder de Hamás Al-Mahouh en un hotel de Dubai en 2010. ¿Tal vez buscaba fagocitar otro levantamiento armado “artificial” en Gaza contra Israel, después de la enésima operación judía de asedio militar a ese territorio, de finales del año 2008, denominada Operación Plomo Fundido?
Sin embargo, la prensa occidental habla de los «petardos» de Hamás como si se tratasen de unos mortíferos cohetes, magnificando hasta la obscenidad y la desvergüenza su capacidad destructiva…¡a pesar de no que no han ocasionado un mísero herido judío! Forma parte de la controlada propaganda sionista en sus medios, al igual que la tan publicitada de los “escudos humanos” de Hamás, una estrategia diseñada para denigrar al pueblo palestino. Dicen que algunas contadas bajas se han producido en el ejército israelí como consecuencia de los choques armados; lógico, si se asumen este tipo de riesgos…Después de la tregua trampa de Israel, y sabiendo que la decrépita Comunidad internacional no va a mover un dedo, el Estado hebreo continuará con su ofensiva criminal contra los civiles de Gaza porque el objetivo del sionismo sigue siendo el total y absoluto aniquilamiento del pueblo palestino.
Mientras tanto, la manipulada Hamás sigue bailando al compás de los genocidas “suspendiendo treguas unilateralmente”. Todo ello con aroma a siniestro montaje de Israel quien podría, perfectamente y mediante agentes infiltrados del Mossad, estar engañando e incitando a los guerreros islámicos de Hamás a seguir en la “lucha contra Israel”, al igual que lo está haciendo la CIA con las organizaciones terroristas “islamistas” que tiene diseminadas por el Mundo.
Porque ¿qué palestino, en su sano juicio, después de la devastación de su hogar y la carnicería perpetrada por los sionistas, apoyaría la continuación de una lucha desigual contra un ejército que no dudaría un solo momento en matar niños, mujeres y ancianos en Gaza? No, la inmensa mayoría de los palestinos NO son “yihadistas”, no son “fanáticos religiosos” y no se aventurarían a seguir “inmolándose” por una causa fundamentalista y suicida. Por eso, Hamás, es y será el caballo de Troya perfecto de Israel para liquidar cruentamente a los palestinos y negar su derecho a existir.