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¿Está Colombia preparada para enfrentar una crisis energética como la vivida en Europa?

El apagón en Europa revela la importancia de contar con respaldo energético. Colombia no está exenta de este riesgo.

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Bogotá D.C., mayo de 2025. La seguridad energética es un tema prioritario para cualquier país. Esta se refiere a la capacidad de garantizar un suministro constante, suficiente y accesible de energía, incluso en escenarios de emergencia o crisis. Lo ocurrido en la península ibérica demostró que, a pesar del avance hacia energías limpias, un sistema mal balanceado puede colapsar en cuestión de segundos.

 

En el caso europeo, el sistema se encontraba operando con más del 60% de su energía proveniente de fuentes solares, sin un respaldo suficiente de tecnologías convencionales como la hidráulica o térmica. Al enfrentarse a una sobrecarga, los mecanismos de autoprotección se activaron y provocaron un apagón en cascada que se extendió rápidamente. La falta de sincronía entre la generación y la demanda, derivada de una matriz dominada por fuentes intermitentes como la solar o la eólica, fue clave en el colapso.

 

Estas fuentes, aunque amigables con el medio ambiente, no aportan la inercia necesaria para mantener la frecuencia de la red (50 Hz en el caso europeo). Esto las hace vulnerables frente a fluctuaciones, especialmente si no cuentan con sistemas de respaldo que absorban estos cambios y estabilicen el suministro. Para los expertos, el episodio deja una lección clara: no basta con tener una matriz diversificada si no se garantiza su estabilidad técnica.

 

Foto: Archivo

¿Qué tan vulnerable es el sistema energético colombiano?

 

Colombia ha hecho avances importantes en diversificación energética, pero enfrenta desafíos estructurales que podrían poner en riesgo su seguridad energética. Hoy, el 66,4% de la generación proviene de fuentes hidráulicas, mientras que cerca del 30% corresponde a plantas térmicas. Las Fuentes No Convencionales de Energía Renovable (FNCER), como la solar, eólica o biomasa, aportan apenas un 10%.

 

Aunque esta composición le ha permitido responder de manera eficaz a fenómenos como El Niño —durante los cuales la generación térmica llega a cubrir hasta el 50% de la demanda—, la creciente presión por reducir el uso de combustibles fósiles ha abierto la discusión sobre la necesidad de migrar hacia un modelo basado principalmente en energías renovables no convencionales. Sin embargo, replicar el modelo europeo sin garantizar respaldo podría ser riesgoso.

 

A esto se suma un contexto de creciente consumo. En 2024, la demanda nacional de energía fue de 82.084,9 GWh, y se espera que en 2025 llegue a los 90.271 GWh. Esta proyección supone una presión adicional sobre un sistema que aún tiene limitaciones técnicas y financieras.

 

Retos críticos para Colombia:

 

 

¿Qué camino debe tomar el país?

 

Los expertos coinciden en que Colombia necesita un enfoque equilibrado, que combine el impulso a las energías limpias con una estrategia de respaldo robusta. Para evitar apagones como el europeo, es esencial fortalecer la infraestructura de transmisión, invertir en almacenamiento, garantizar la entrada de nuevas reservas de gas, estabilizar el marco regulatorio y proteger la sostenibilidad financiera de los actores del sector.

 

La transición energética es necesaria, pero debe hacerse con criterios técnicos y de seguridad. El país no puede darse el lujo de poner en riesgo el servicio por decisiones apresuradas o ideológicas. La lección europea es clara: sin respaldo, incluso los sistemas más modernos pueden apagarse en segundos.


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