Santiago Rodríguez y su apuesta para llegar al Senado: articulación en lugar de polarización

Bogotá.  La percepción de la mayoría de los colombianos acerca del papel que desempeña el Congreso de la República es negativa. Corrupción, privilegios exorbitantes, desconexión con la ciudadanía y una agenda alejada de las necesidades reales, ha sido por años la raíz de la apatía y desconfianza en el legislativo.

Santiago Rodríguez, una joven voz de los que creen que las cosas se pueden hacer de mejor manera, se abre paso como una alternativa seria, preparada y decidida a cambiar esa narrativa si consigue un espacio en el congreso como senador de la república.

Politólogo de profesión, con una especialización en Democracia y Régimen Electoral, Santiago cree en la política como una herramienta para articular y construir,  y no para dividir.

Su experiencia tras bambalinas como estratega electoral y su acompañamiento a distintos líderes de diversas corrientes políticas, le han permitido entender que en todos los sectores hay buenas ideas y que no es necesario caer en fanatismos cuando se quiere servir.

“No me encasillo en una línea o color político. Lo que Colombia necesita es capacidad de articulación. La polarización y el egoísmo  ha impedido que muchos proyectos positivos para el país salgan avante en el Congreso.”

Santiago no rehúye a la crítica ciudadana contra el Congreso; al contrario, la asume como punto de partida para proponer una nueva manera de hacer política: más participativa, más transparente y más conectada con las calles. “El recinto del Congreso no puede ser solo cuatro paredes. El verdadero recinto es el país”, sostiene.

Su propuesta no solo apunta a renovar el Congreso desde su composición, sino desde su función social. Plantea que los congresistas deben rendir cuentas, justificar sus ingresos con trabajo real y tangible, y acercarse a la ciudadanía desde la pedagogía. Habla de recorrer los territorios, dictar cátedras en universidades y abrir espacios para que los jóvenes —históricamente excluidos de las decisiones de poder— tengan voz y voto en la transformación del país.

Entre sus pilares se encuentran el restablecimiento de la confianza económica, el impulso al mercado internacional, la defensa del Estado Social de Derecho y la protección de la independencia entre las ramas del poder público. Todo esto con un enfoque claro: renovar el Congreso para devolverle su legitimidad ante la ciudadanía.

Santiago reconoce que los salarios de los congresistas son altos si se compara con la fuerza trabajadora del país; pero también cree, que más allá de reducir salarios por populismo, lo importante es que los congresistas se deben al pueblo y por eso deben demostrar justificar con hechos sus salarios.

En tiempos donde la política suele inspirar más sospechas que confianza, Santiago Rodríguez se perfila como un líder que no promete fórmulas mágicas, pero sí ofrece algo inusual: coherencia, escucha y vocación de servicio. Su mensaje a los jóvenes es directo: “Debemos ser dolientes democráticos de nuestra realidad. El futuro no puede seguir decidiéndose sin nosotros”.

Formación y experiencia

Santiago Rodríguez es politólogo de la Universidad Sergio Arboleda, con una destacada trayectoria académica y profesional en el campo de la política, la comunicación y la gestión pública. Especialista en Democracia y Régimen Electoral, cuenta con una maestría en Comunicación y Marketing Político (Universidad de Alcalá – España) y otra en Representación Política y Gestión Pública (CAEL y Universidad La Gran Colombia).
Se ha desempeñado como asesor en la Registraduría Nacional, el Congreso de la República y diferentes entidades territoriales, así como en campañas políticas y escenarios de toma de decisiones. Ponente en encuentros internacionales sobre liderazgo y democracia, ha sido también autor de artículos en temas electorales, participación ciudadana y derechos humanos. Su experiencia internacional incluye estudios en Londres y formación especializada en Salamanca, España.
Hoy, Santiago Rodríguez propone una nueva forma de hacer política: técnica, cercana, y al servicio real del ciudadano.