Trump, los aranceles y el colapso del imperio: ¿genio estratega o loco arriesgado?

La imposición de aranceles de Donald Trump puede ser una estrategia para evitar el "colapso del imperio" / Foto: LadoB
Editor de economía LadoB
¡lunes negro!
Esta es, sin duda, una de las frases que analistas de mercado y economistas han pronunciado desde la noche del domingo, amanecer en Asia, cuando las bolsas de oriente iniciaron operaciones con marcados rojos y pérdidas que llegaron a rondar el 6% en algunas plazas bursátiles.
Con esta, ya sería la tercera jornada al hilo (jueves y viernes) de caídas pronunciadas en las principales bolsas de valores del mundo.
Y todo este alboroto económico se ha dado a raíz de la decisión del presidente de los Estados Unidos de poner aranceles del 10% a casi todos los países y territorios del mundo.
El plan orquestado por Donald Trump, pareciera, al menos en principio, una locura, un idea descabellada, que ha puesto en jaque a los mercados bursátiles del mundo y ha desvalorizado en cerca de 10 billones de dólares a las grandes empresas del globo.
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Un imperio al borde del colapso
Sin embargo, en medio de estas tensiones internacionales y las crisis económicas que van creciendo, me encontré con la tesis del francés Thierry Meyssan, presidente y fundador de la Red Voltaire, quién planteó una hipótesis provocadora: Donald Trump no habría actuado de forma impulsiva, sino como estratega para evitar el derrumbe del “imperio estadounidense”, es decir una posible caída del país norteamericano como la potencia económica mundial, que generaría un efecto dominó en el mundo.
Aranceles: un arma para repartir la deuda
Con cada vez más señales que apuntan a un posible colapso del imperio estadounidense —algo que provocaría una crisis económica global incluso más grave que la de 1929—, Trump parece decidido a presionar a sus aliados para que asuman parte del peso de la gigantesca deuda de EE.UU.
¿Qué hay detrás de la decisión de Trump?
Durante mucho tiempo, la idea de un mundo que deje de usar el dólar como moneda principal en el comercio internacional sonaba más a mito que a realidad. Pero eso ha empezado a cambiar.
Las sanciones impuestas por Estados Unidos a países como Irán y Rusia empujaron a varias potencias a buscar alternativas: Rusia creó su propio sistema financiero (SPFS), China hizo lo mismo con el CIPS y Europa desarrolló el INSTEX.
¿El resultado? El dólar ha perdido cerca de un 25% de su protagonismo en las transacciones globales.
Y mientras tanto, la deuda crece.
La deuda pública de Estados Unidos ya supera los 34 billones (trillions) de dólares , y solo un tercio está en manos extranjeras. Si grandes tenedores como China o Arabia Saudita exigieran el pago inmediato, podría desencadenarse una crisis sin precedentes.
Varios economistas han alertado sobre este riesgo, aunque, como señala Jon Hartley, de la Hoover Institution, los bancos centrales no han reducido significativamente sus reservas en dólares, ni siquiera tras el inicio del conflicto en Ucrania.
El plan de Trump: “el Acuerdo Mar-a-Lago”
Según el analista Jim Bianco, Trump convocó a los ministros de Finanzas del G7 y a los jefes de bancos centrales a su residencia en Mar-a-Lago (Palm Beach, Florida) en enero, con un mensaje claro: no se iban hasta llegar a un acuerdo sobre el futuro del dólar.
¿El objetivo? Rediseñar el orden económico mundial con tres jugadas clave:
- Reordenar el comercio usando aranceles para proteger la industria estadounidense.
- Devaluar el dólar, lo que abarataría la deuda y daría ventaja competitiva a EE.UU.
- Emitir bonos sin intereses a 100 años —los llamados “cupones cero”—, forzando a sus aliados a aceptar este esquema como nueva forma de pago de la deuda.
Todo apunta a que, al menos por ahora, los aliados de Washington están a bordo de este ambicioso (y polémico) plan.
La estrategia se habría basado en la imposición de “cupones cero” y la devaluación del dólar, estrategia que recuerda al “Acuerdo del Plaza” de 1985, que devaluó el dólar y ayudó a EE.UU., pero sumió a Japón en una larga recesión.
Ahora, Trump intenta un movimiento similar, con la diferencia de que el margen de error es mucho menor.
La jugada de los Cupones Cero
La idea para reducir la deuda de Estados Unidos sería que el gobierno emita bonos cupón cero. Estos bonos no pagan intereses, y en lugar de eso, se venden a un precio mucho más bajo que su valor total. La gran diferencia es que, en lugar de recibir pagos durante el tiempo que dure el bono, el inversionista solo cobra el monto completo al final, después de, por ejemplo, 100 años.
La estrategia sería que el Tesoro estadounidense obligue a sus aliados a convertir sus préstamos (es decir, la deuda de EE.UU.) en estos bonos. Así, se aligera el peso de la deuda sin hacer pagos inmediatos, y Washington gana tiempo.
Este plan parece contar con el visto bueno de los aliados de Estados Unidos.
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Meyssan compara la situación actual con la de la URSS en los años 80. Gorbachov redujo gastos, dejó de apoyar a sus aliados y provocó el fin del bloque soviético. Trump, dice el autor, estaría actuando de manera similar: contención del gasto y abandono progresivo de compromisos globales.
Felipe Campos, gerente de Inversión y Estrategia de Alianza Valores y Fiduciaria, hace un análisis de qué consecuencias traería la decisión de Trump, de debilitar el dólar:
6: Pese al dolor inicial, que EE.UU. quiera chocar con el mundo y debilitar su moneda es una gran noticia para nosotros. Incluso el crecimiento económico de EE.UU. se rezagará permanentemente (como en los 2000s) y una recesión ayudará a eliminar manías como “Apple siempre sube”. pic.twitter.com/bpkuzh7nuq
— Felipe Campos (@FelipeCamposPC) April 6, 2025
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El desplome de los índices
El anuncio de nuevas y agresivas tarifas provocó lo que se conoció como un “lunes negro” en los mercados internacionales. Las bolsas asiáticas y europeas se desplomaron en respuesta al temor a una recesión global inducida por la guerra comercial.
Durante las últimas jornadas, el índice de Tokio cayó un 7,8 % y el de Hong Kong registró una pérdida superior al 13%, siendo este el peor resultado desde 1997 En Europa, mercados como los de Fráncfort, París y Londres también abrieron con caídas significativas, generando una cadena de incertidumbre que se extendió a nivel global. Los futuros del S&P 500 y otros índices estadounidenses indicaron que la apertura en Wall Street se vería afectada, lo que confirmaba el impacto negativo inmediato de la política arancelaria.
Impacto en la economía real
Este desplome bursátil repercute en la economía real, ya que los aumentos en las tarifas comenzaron a elevar los precios de importación de bienes esenciales, afectando tanto a consumidores como a industrias manufactureras.
La incertidumbre generada también se tradujo en una mayor volatilidad en el mercado, con economistas advirtiendo sobre la posibilidad de una recesión de mayor envergadura, similar a la crisis de 1929, aunque algunos expertos subrayaron que el contexto era completamente diferente y que las medidas podrían estar orientadas a negociar un acuerdo a mediano plazo.
La reacción de Taiwán: apuesta por la negociación
En medio de este ambiente de tensiones comerciales, Taiwán adoptó una postura distintiva. El presidente taiwanés, William Lai, anunció que su gobierno descartaría tomar represalias arancelarias de forma unilateral frente a los nuevos gravámenes impuestos por Estados Unidos. En lugar de aumentar las tensiones, Taiwán propuso iniciar negociaciones con Washington con el objetivo de llegar a un acuerdo de “aranceles cero”.
La respuesta taiwanesa se caracterizó por un llamamiento a reducir las barreras comerciales en lugar de responder con medidas punitivas. Lai aseguró que, aunque los aranceles tendrían un impacto significativo, la “resiliencia” de la economía taiwanesa permitiría mitigar los efectos negativos. La administración taiwanesa, en colaboración con el sector privado, se preparó para ajustar estrategias que aseguraran la continuidad de sus exportaciones y la estabilidad de sus inversiones en el exterior.
Un escenario global en tensión
El uso de aranceles como herramienta de control de daños generó un efecto dominó a nivel mundial. Países de distintos continentes comenzaron a revisar sus políticas comerciales, y se intensificaron las negociaciones en foros multilaterales para contrarrestar los efectos de la guerra comercial. Mientras en Estados Unidos se debatía si las medidas lograban realmente el objetivo de “repartir la deuda”, en Europa y Asia se preparaban respuestas coordinadas para proteger sus economías.
Respuestas en el mundo
- La Unión Europea evaluó la posibilidad de imponer contraaranceles por un valor de hasta 28.000 millones de euros sobre productos estadounidenses.
- Canadá y México respondieron con sus propias tarifas, generando un ambiente de incertidumbre en el comercio regional.
- Países asiáticos, afectados por el aumento de los aranceles a productos chinos, reforzaron sus medidas para estabilizar los mercados internos.
Estas reacciones evidenciaron que la política proteccionista adoptada por Trump no sólo afectó a los socios comerciales directos, sino que también desencadenó una cadena de respuestas en el ámbito global. El debate sobre si estas medidas constituyeron un control de daños o un riesgo para la estabilidad económica se intensificó en medios especializados y en círculos académicos.
El análisis de las medidas arancelarias y sus consecuencias en los mercados bursátiles ofreció una perspectiva compleja sobre la estrategia de Trump. Mientras algunos analistas interpretaron la maniobra como una forma de proteger la economía estadounidense ante un posible colapso, otros advirtieron que las consecuencias a largo plazo podrían ser desastrosas para el comercio internacional y para la estabilidad de los mercados financieros.
El hecho de que países como Taiwán optaran por no reaccionar con medidas represivas, sino por buscar el diálogo y la negociación, evidenció que ante la incertidumbre era preferible encontrar una solución negociada que evitar una escalada que podría tener repercusiones globales. Además, el “lunes negro” demostró que las decisiones unilaterales en materia de comercio podían tener efectos inmediatos y profundos en los mercados financieros, alterando la confianza de los inversores y elevando la volatilidad.
Aunque la teoría de que Trump hubiera actuado de forma calculada para repartir la deuda y evitar una crisis económica mayor, resulta polémica, lo cierto es que sus acciones están transformando la narrativa del comercio internacional y abren un nuevo capítulo en las relaciones económicas globales.