A pesar de que la literatura científica, como también las directrices de la Organización Mundial de la Salud, ya han advertido en repetidas ocasiones de que un estilo de vida sedentario puede desencadenar grandes problemas de salud, el hecho de permanecer sentados durante toda la jornada laboral continúa siendo el pan de cada día para la mayoría. De hecho, es probable que mientras lees este artículo estés sentado, como también lo estoy yo mientras lo escribo.

Ahora, un nuevo estudio publicado en JAMA Network ha vuelto a confirmar -aunque esta vez, con mayor firmeza- que las personas que realizan su trabajo desde un asiento (por ejemplo, en una oficina o conduciendo un transporte) tienen un 16% más de riesgo de mortalidad frente a aquellos que, de forma general, no se sientan durante su jornada.

Además, este porcentaje aumenta hasta el 34% cuando se observa la variación sobre los riesgos cardiovasculares: tal y como estudios previos habían asegurado, la falta de actividad física durante largos períodos de tiempo en el día incrementa las posibilidades de desarrollar obesidad, diabetes o enfermedades coronarias, entre otras.

Con todo ello, en esta ocasión la ciencia no solo expone de forma precisa el problema, sino que también propone una serie de hábitos que pueden incorporarse en la cotidianidad para igualar los niveles de riesgo con el de nuestros compañeros más activos.

MENOS ACTIVIDAD, MÁS MORTALIDAD

El estudio, llevado a cabo por la Universidad Médica de Taipéi (Taiwán), tiene mayor relevancia con respecto a sus predecesores porque la muestra es más amplia que nunca: los investigadores, especializados en salud pública y bioestadística, hicieron un seguimiento durante casi 13 años de 481 .688 individuos, que se dividieron en grupos en función de su modo de trabajar: mayoritariamente sentados (60,2%), grupo alterno (29,1%) y mayoritariamente de pie (10,7%). Todos ellos, eso sí, sin diagnósticos preexistentes de enfermedades cardiovasculares al inicio del estudio.

La cantidad de ejercicio físico que realizaron los participantes durante el período del estudio se midió a través de preguntas que trataban de determinar el nivel de intensidad y la duración de la actividad que cada individuo ejecutaba en su día a día.

Así, los datos cruzados con los resultados obtenidos en exámenes médicos completos, que incluían pruebas de proteínas en orina, presión arterial, IMC y glucosa en sangre, permitieron a los investigadores confirmar lo que ya se había sugerido en documentos anteriores: que el sedentarismo prolongado, efectivamente, conlleva el aumento del riesgo de mortalidad.

Sin embargo, tal vez lo más sorprendente de los resultados es que el grupo alterno (es decir, el que varía entre estar sentado y de pie durante su jornada laboral) no experimentó un mayor riesgo de mortalidad con respecto al grupo de aquellos que trabajaban mayoritariamente de pie, los cuales sirvieron como cohorte de referencia. ¿Cómo es posible?

UN GRAN PROBLEMA DE FÁCIL SOLUCIÓN

Antes de que se te pase por la cabeza: dejar el trabajo no es una de las soluciones propuestas por la ciencia. En esta ocasión, los investigadores se dieron cuenta de que un pequeño incremento en la frecuencia y la duración de la actividad física puede mitigar los efectos del sedentarismo ocupacional, conocido popularmente como “efecto silla”.

Concretamente, para aquellas personas que en general se sentaban en el trabajo y presentaban una intensidad baja (de 15 a 29 minutos) o nula (menos de 15 minutos) en sus dosis de ejercicio, un simple aumento de 15 a 30 minutos por día, respectivamente, se tradujo en una equiparación de la mortalidad al nivel del grupo de referencia. Pan comido, ¿verdad?

Algunos consejos para prolongar la actividad física hasta las cifras recomendadas son:

  • Aparcar 3 o 4 calles más lejos del trabajo y realizar ese trayecto restante a pie.
  • Bajar del metro una parada antes de llegar al trabajo y, como antes, realizar el trayecto restante a pie.
  • Evitar el uso del ascensor en la oficina, en la medida de lo posible.
  • En el caso de teletrabajar, realizar pausas para hacer planchas, saltos u otros ejercicios básicos.

Aun así, los expertos insisten en que incorporar descansos regulares durante la jornada para “estirar las piernas” es importante, más allá del ejercicio que se lleve a cabo durante el tiempo libre, que, sin duda, condiciona por completo nuestros resultados de salud.

Pero para ello, es necesario que la empresa también esté comprometida con mejorar el bienestar de los trabajadores: por ejemplo, teniendo a disposición escritorios de pie, creando áreas de trabajo designadas para la actividad física u ofreciendo beneficios de membresía en gimnasios.