Cuba
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En estos días he estado desde la distancia tratando de acercarme a comprender cómo funciona el sistema económico de la República de Cuba. Entiendo desde una forma superficial y generalista que el Estado cubano garantiza derechos elementales para sus ciudadanos como educación, salud, vivienda, alimentación, transporte, entre otros. Me asalta constantemente el interés por comprender la relación entre la justicia social que impone Cuba por medio del sistema comunista y el concepto “libertad”, el cual resulta ser complejo, pues en la isla el Estado controla a sus ciudadanos por medio de las mismas necesidades que les cubre. La intención no es entonces hacer una tesis que analice a fondo como el pueblo cubano vive en una dictadura que le provee los elementos necesarios para su supervivencia y a su vez les concede a sus habitantes por medio de los subsidios garantizar el acceso a los derechos básicos sociales antes nombrados. Aquí la discusión debe llevarnos a entender que Cuba, su sistema social y económico, más allá de poder tener sus ventajas; presenta unas grandes falencias que vemos representadas en la ausencia de aplicarse un concepto difícil de comprender por su propia e intrínseca relatividad atribuida a los mismos deseos, dicotomía y relatividad filosófica de su significado, hablo de la palabra o concepto de “libertad”, el cual se difumina y ser pierde en los horizontes y mares de la isla. Una isla que provee los elementos necesarios para tener un modelo social “sostenible” pero donde existe la carencia del acceso a tener elementos tecnológicos y materiales, así como el derecho a tener un buen trabajo que remunere y permita a sus ciudadanos movilizarse hacia otros países, conocer el mundo, desarrollar empresa, expandir y difundir su cultura y productos culturales, así como tantos otros aspectos provechosos que vienen relacionados con una remuneración que pueda ser por lo menos competitiva para explorar y entrar en contacto con el mundo y universo que se encuentra afuera de la isla.

De una forma resumida en el sistema capitalista cada quien es responsable de sí mismo, unos tienen más oportunidades que otros, esto con base en su capital cultural y económico que se hereda y consigue en relaciones sociales, como lo describiría el sociólogo francés Pierre Bourdieu. El capital cultural tiene que ver tanto con los títulos académicos que el sujeto ha conseguido y los recursos cognoscitivos que maneja –“capital cultural institucionalizado”-, como con aquellos saberes heredados durante el proceso de sociabilización –“capital cultural incorporado” – y con los capitales culturales “objetivados” con los que cuenta (libros, pinturas, etc.) (Bourdieu, 1986). El capital social hace referencia a los contactos sociales, a la red de relaciones, a las conexiones y obligaciones sociales y a la posición que ocupa el individuo dentro de un determinado grupo social (Garzón, 2006).  El capital simbólico no es otra cosa que el capital económico o cultural cuando es conocido y reconocido en un determinado espacio social” (Bourdieu, 1996: 138).

Partiendo de estas definiciones del sociólogo francés, referimos que el sistema capitalista es la estructura social y económica ideal para comprender los capitales que refiere Bourdieu. Conocemos las grandes falencias del modelo o sistema capitalista sobre todo en países como el nuestro, la forma políticamente correcta como los llaman es “países en vía de desarrollo”. Quisiera enfatizar en un análisis fácil, generalista y superficial por medio de este artículo de opinión, es decir; este comentario de prensa, mi reflexión pretende expresar que aunque en el sistema capitalista existe gran desigualdad, hay personas que en el mismo consiguen sus sueños. Quiero a su vez añadir, que el sistema capitalista y democrático en el que vivimos; como dice Ernesto Sábato, aunque no es perfecto y las injusticias hacen parte del día a día por lo menos permite denunciar la corrupción y se logra hacer justicia parcialmente. Justicia social y libertad son los anhelos de todo sistema democrático.

Ernesto Sábato, escritor, pintor y físico argentino, quien alguna vez fue elegido como secretario general de Federación Juvenil Comunista de la Argentina (FJC), menciona en una de sus entrevistas, el hecho de que no quiere una justicia social sin libertad. De una forma simple dicha reflexión de Sábato nos permite acercarnos al ejemplo de Cuba; me gustaría argüir, que no se puede pregonar vivir modestamente si nuestros líderes tienen acceso a elementos materiales a los que el pueblo no tiene acceso, eso es fantoche y contradictorio. Desde mi pensamiento necesitamos llevar derechos elementales a todo ciudadano, y en el momento histórico que vivimos esos derechos deben comprender que la libertad también está en el acceso a elementos materiales, tecnológicos y a la posibilidad de generar ingresos para viajar otros a parajes, latitudes, conocer el mundo. La batalla cultural y de sistema para este autor debe permitir en primera medida garantizar la vida digna del pueblo, esa comienza porque sus libertades, no solo nacionales sino humanas y también en relación a lo cosmopolita concedan libre movilización e igualdad de capacidades, y para ello Cuba no es un país ejemplo.

Es por ello que pienso en esta rápida reflexión de prensa, que condenar un pueblo a una dictadura por simplemente no ceder ante un gigante económico y cultural parece ser a simple vista una batalla de ideales y modelos sociales, pero en el fondo no es más que una batalla cultural por imponer un sistema, el cual fracasa por ser precario. En definitiva el ser humano es doméstico, lo domestica la cultura, este puede ser feliz con mucho o poco, su vida podría ser tan simple que desnudo al lado de un árbol sería feliz, pero en un momento histórico de desarrollo material y tecnológico ese tipo libertad es anacrónica.

En lo que compete a nuestro país, Colombia es un país capitalista y pienso que nunca dejará de serlo. Nuestra corrección como generación debe ser avanzar hacia el desarrollo de un país democrático, productor de materias primas, tecnología y ante todo avanzar hacia un estado social fuerte como Alemania, donde a través de la llamada (soziale Marktwirtschaft) economía de mercado, se asegure un respaldo social que permita no solo crecer mediante la competencia del sistema capitalista, pero que a su vez esta cubra y garantice el disfrute y goce de los derechos fundamentales de sus habitantes.

Samuel Kaputt


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