EL ESTILO DE UNA MUJER, ÁNGELA MERKEL
Por: Lucero Martínez Kasab. Psicóloga. Magíster en filosofía.
Siente tu papel intensamente, vívelo, pero, modérate lo más posible; así, lograrás la verdad de tu expresión, es un principio para quienes estudian arte dramático. Con ese método se mostrará la realidad de un personaje, la que ejercerá atracción sobre los públicos del mundo hasta obtener un Óscar en el cine o un Tony en el teatro. Paradójicamente, el actor o la actriz se preparan no para actuar sino para contener las emociones y los pensamientos buscando decantar las micro expresiones, el andar, la gesticulación, el reír o el llanto para que el personaje aparezca genuinamente encarnado.
Es una técnica difícil. Algunas personas nacen con ese talento, otras, deben esforzarse; sin embargo, ambas, pasan años estudiando y experimentando cómo hacerlo cada vez mejor. Sentir, contener, dominar, respirar, relajarse para que se exprese ese otro prestándole lo propio de la manera más auténtica, para que lo que tenga que ser, sea.
Como fue la actuación inmortal de Marlon Brando como Vito Corleone en la película El padrino, de Francis Ford Copolla. O, en la misma película, el grito infinito de Al Pacino cuando es asesinada la hija de Michael Corleone en las escaleras del teatro, a la salida de la ópera. O la de Robert Redford como míster Gatsby. Más recientemente, la de Jennifer Lawrence en el papel de una joven atractivamente neurótica en la película El lado bueno de las cosas, con la que ganó un Óscar en 2013. Un actor no es lo que muestra sino lo que contiene.
En ese sentido, ante la situación de salud que tiene crispado al mundo, donde los medios de comunicación se han entronizado aún más en la vida de la gente -por su reclusión en los hogares- emitiendo sin parar cifras de contagios, de muertes, de recuperados hay una líder, una dama, que se ha ganado el respeto mundial, casi unánime, de políticos y pueblos por su serenidad, mesura, dominio de sí y de los temas pertinentes con una alta capacidad de discreción en las circunstancias más embarazosas, Ángela Merkel, la canciller de Alemania. Pero no es un control frío cargado de lejanía como el de la reina de Inglaterra, Isabel II. No. Es una serenidad que viene desde muy dentro de su temperamento.
En América nos estamos acostumbrando a un estilo de expresión de los líderes ante el pueblo caracterizado por el desborde de las palabras, de los gestos, de los tonos; un estilo nada sensato, con gran ausencia de discreción que en vez de sosegar ahonda el trauma en la gente. Un estilo de menosprecio por la situación de precariedad de la salud, de la economía, de las relaciones humanas que está viviendo la sociedad. Y, tan grave es el desborde del temperamento en los mandatarios como su imperturbabilidad ante la crisis o la farsante empatía por los pobres en tiempos electorales. Hay gobernantes dirigiéndose desconectados emocionalmente a los ciudadanos, imprimiéndoles más desolación como Iván Duque, el actual presidente de Colombia.
Sentir, nos enseña el arte dramático, de manera intensa y auténtica para que el actor se enlace con el otro verídicamente, pero con el cuidado de no caer en la histeria ni en la indiferencia ante lo que acontece, es también lo que está clamando el pueblo a sus dirigentes. Hemos tenido un ejemplo en el campo político de lo que estamos hablando, ha sido la líder Ángela Merkel, la canciller alemana que pronto dejará ese cargo tras dieciséis años frente de él.
Merkel, una mujer que supo encarnar el sentir y la razón en sus justas medidas logrando la confianza de Alemania que la reeligió sin miramientos para que los condujera durante tantos años, deja un modelo digno de imitar. Porque, cuando consideró que se equivocaba pidió perdón y trató de enmendar el error. Porque, le demostró al mundo cómo se sobrelleva con altura y seguridad en sí misma la patanería de un varón jefe de Estado durante uno de los encuentros inherentes a su cargo. Porque, durante la mayor crisis de salud mundial como la pandemia del 2020 trasmitió tranquilidad a su gente documentándose como era debido sobre el tema para ofrecer las explicaciones pertinentes sobre la prevención, tratamiento y vacunación alrededor de la enfermedad producida por el virus COVID-19. Porque, en un mundo cada vez más frívolo donde el atuendo de una primera dama recibe más análisis que la política exterior de un gobernante, Ángela Merkel, lo relegó a un tercer plano sin importarle las críticas dándole prioridad a sus funciones como canciller. Y, porque les mostró a millones de mujeres cómo ser una sosteniendo un matrimonio en medio del trabajo sin caer en el feminismo que se vuelve venganza sin cuartel que, lejos de armonizar, ahonda las distancias entre la mujer y el varón. Como ella muchas en Latinoamérica, en Colombia, que van subiendo en el poder político con esa mezcla de sensibilidad, preparación, fortaleza, y mesura.
luceromartínezkasab@hotmail.com
Indudablemente que Angela Merkel fue y seguira siendo una figura extraordinaria, y la forma de tu Lucero describirla se hace mucho más entendible
Que forma tan delicada y habilidosa de entrelazar las artes escénicas, el buen arte dramático con una historia pública política como la de la inigualable Ángela Merkel. No es fácil de escribir a cerca de una figura pública tan importante, sólo tú Lucero puedes deshojar y analizar capa por capa y percibir para resaltar, develar y dar valor a las acciones, pensamiento y actitudes que lo ameritan, pero que no todo el mundo ve. Gracias por este artículo que nos inspira y nos empodera como mujeres, gracias por hacer que nos creamos que desde la posición en que estemos, siempre, siempre habrá una forma de impactar y dejar huellas positivas con nuestro trabajo ya sea social, comunitario, familiar o personal. Salud!
Inteligente, manejo muy bien las relaciones con Rusia, evitando sanciones de los gringos. Mujer sencilla, sin lujos, regresando a la plaza a hacer mercado con su esposo.