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 El jaque al fajardismo en Antioquia

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Por: Redacción Lado B.

 

Siguen surgiendo en Antioquia y en Medellín figuras que han puesto en jaque a la clase política tradicional de esa región y en concreto a la clase política que representa a Sergio Fajardo, varios de ellos son símbolos del pensamiento crítico de las nuevas formas de hacer política y de la lucha por los derechos y la dignidad. Isabel Cristina Zuleta, Daniel Quintero y Gilberto Tobón Sanín son tres ejemplos de esa ciudadanía que se cansó de la corrupción, de la politiquería y de las viejas formas de hacer política y qué ahora asume críticamente la posibilidad de cambios profundos.

En primer lugar está Isabel Cristina Zuleta, una mujer que desde muy joven, asume su vida como la posibilidad de defender derechos de los y las habitantes del cañón del Río cauca en Antioquia. Ha denunciado los desplazamientos forzados, las desapariciones, los asesinatos y las amenazas de cientos o miles de personas que convivían con el territorio y se enfrentaban a los intereses de las grandes empresas representadas en el Grupo Empresarial Antioqueño que querían, a todo costo, construir Hidroituango. Ella ha puesto el dedo en la llaga al denunciar que los gobiernos locales, sobre todo el de Sergio Fajardo, han cometido delitos, crímenes de lesa humanidad y crímenes contra el ambiente todo por sacar provecho económico para los propios gobernantes y para sus amigos empresarios.  Asumir esas banderas No ha sido fácil pues por lo menos en tres ocasiones ha denunciado amenazas en contra de ella misma pero también en contra de los y las integrantes del movimiento Ríos vivos del cual hace parte.  Se ha consolidado con un liderazgo basado en su trabajo comunitario y puede llegar a la política nacional con sus bases fundamentadas en las necesidades reales de la población campesina defensora de los ríos del país.

Daniel Quintero, actual alcalde de Medellín, ha demostrado con su trayectoria política qué es posible representar a mayorías de ciudadanos y ciudadanas que durante muchos años han visto como la política se relaciona con lo ilegal, con la trampa, con el amiguismo. El protagonismo que alcanzó en el concejo de Medellín se erigió sobre la base de la crítica fundamentada y logró interpretar el inconformismo de una población joven que se había alejado de la política, pues veían en esa forma de hacer ciudadanía, unas costumbres corruptas que engañaban y solamente favorecían intereses de Pequeños grupos de ciudadanos con muchísimo poder económico.

Su ejercicio como alcalde cuenta con no pocos ejemplos de lo incómodo qué es ver a una persona ejerciendo la política desde la legalidad. El uribismo y el fajardismo no han cesado en sus ataques en contra de esta administración pues han visto afectados sus intereses económicos. Sin embargo, no contaban con el amplísimo respaldo ciudadano de quienes ven en esa administración la posibilidad de cambio reales y cambios a largo plazo, ven también la posibilidad y la esperanza de ser incluidos e incluidas como pocas veces pasa con gobiernos locales.

Gilberto Tobón ha demostrado con su trayectoria qué es posible hacer un análisis político crítico que logre interpretar a las mayorías del país y que hacer que a la gente a esa vida política desde un enfoque de dignidad y de ética. Antes de Tobón era muy común encontrar análisis político “ladrilludo” cómo lo llaman en la universidad, difícil de leer y lejano de la cotidianidad de muchos colombianos y colombianas. Ahora con su análisis crítico cercano y concreto se ha posicionado en Medellín, en Antioquia hay en el país como un ejemplo de Qué es posible que la academia cumpla un rol determinante en el proceso de conciencia previo y posterior al ejercicio ciudadano del voto. A pesar de ser de una generación anterior el profesor Gilberto es reconocido como uno de los mejores críticos y analistas políticos que ha sobrepasado los muros de las universidades para llegar hasta las Casas de cartón y techo de zinc en las barriadas de nuestra Colombia.

Estos tres personajes antioqueños, sin lugar a dudas, reavivan la esperanza de millones de personas que ven asomarse una luz al final del camino y que seguramente depositaran en ellos la responsabilidad de acabar con el estigma de qué Antioquia le pertenece a Uribe, a Fajardo y al Grupo Empresarial Antioqueño.


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