El primer error del comerciante José Vicente Zamora Meza fue pensar que estaba seguro en Colombia; el segundo, bajarse de su camioneta blindada; y el tercero, sentarse de espaldas a la calle. 

El pasado 9 de diciembre una ráfaga de subametralladora detuvo el tiempo en los alrededores del Parque Lleras, el sector turístico más exclusivo de Medellín.

Cuatro sicarios en dos motocicletas de alto cilindraje llegaron a un salón de belleza de la calle 10A con la carrera 37. Se arrimaron a la vitrina del local y acribillaron con 17 disparos a su objetivo, justo cuando él llegaba a recoger a su esposa.

A pesar de que El Lleras es la zona más vigilada de la ciudad, los verdugos escaparon con facilidad y abandonaron las motos más adelante, en el barrio Cristo Rey.

Según el reporte forense del CTI, Zamora tenía una cédula colombiana, la cual certificaba su nacimiento hace 39 años en Pamplona, Norte de Santander. Sin embargo, el difunto tenía nacionalidad ecuatoriana.

Fuentes cercanas al caso le contaron a este diario que en Guayaquil, Ecuador, era un reputado empresario del camarón, quien se encontraba en nuestro país buscando inversiones y, al mismo tiempo, huyendo de la violencia.

En la nación vecina había sido secuestrado por un grupo criminal antes de la pandemia, por lo que su estancia en Medellín era bastante discreta.

¿Cómo fue que lo ubicaron? ¿Quién pagó por su asesinato? Estas preguntan rondan a los investigadores, en medio de una creciente dinámica ilegal que conecta a Ecuador con Colombia.

Guayaquil, la ciudad portuaria del país vecino, se está convirtiendo en una poderosa central de operaciones para la cocaína colombiana.

Según fuentes policiales, desde esa metrópoli se coordina la recepción del estupefaciente y su despacho hacia Centroamérica, México, EE.UU., Europa y Asia.

Debido a esta situación, los principales carteles están fortaleciendo sus contactos en Guayaquil. La DEA y las autoridades locales han detectado allá narcos de Italia, España, Albania, Rumania, México y, por supuesto, colombianos.

La central de operaciones

Después de la capital, Quito, Guayaquil es la segunda ciudad más importante de Ecuador y el eje de su crecimiento económico.

Está ubicada sobre la costa Pacífica, alberga cerca de 2,7 millones de habitantes y su zona portuaria regula el 75 % de todo el comercio exterior del país. Es, en síntesis, un lugar en el que se mueve un alto flujo de dinero, y donde quiera que esto ocurra siempre aparecen los narcos, como abejas atraídas por la miel.

“Hoy en día Guayaquil es el punto caliente del narcotráfico, porque el caudal de droga colombiana ha crecido muchísimo después de la pandemia”, opinó Daniel Pontón Cevallos, doctor en Ciencias Sociales y decano de la Escuela de Seguridad y Defensa del Instituto de Altos Estudios Nacionales y de la U. Central de Ecuador.

El experto señaló que Guayaquil rivaliza con Buenaventura (Valle) como el principal puerto de salida de la cocaína por la costa Pacífica suramericana. Está situación la están explotando especialmente las disidencias de las Farc, la mafia ‘Ndrangheta (Italia), la facción albanesa del cartel de los Balcanes, el de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación.

El auge de estas organizaciones internacionales es una de las razones para el incremento de la violencia en las calles de la urbe, además de factores internos, como el fraccionamiento de las bandas locales hegemónicas y la aparición de nuevas, que buscan contratos con las citadas mafias extranjeras.

“Estos grupos locales proveen toda la logística del narcotráfico para los carteles internacionales, con servicios de transporte y acopio de la droga, protección ilegal y demás”, expresó Pontón.

Entre las facciones ecuatorianas más involucradas en ese negocio están “los Choneros”, “los Lobos”, “las Águilas”, “los Lagartos” y “los Tiguerones”.

Sus disputas por las rentas ilegales tradicionales (extorsión, pagadiario, hurtos, microtráfico de droga y sicariato), los conflictos territoriales y el patrocinio de los narcos foráneos, dispararon los índices de criminalidad.

Entre 2021 y 2022 Guayaquil subió del puesto 50 al 24 en el ránquin de las ciudades más violentas del mundo, elaborado por la ONG mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. El año pasado hubo 1.537 homicidios, con tasa de 48 muertes por 100.000 habitantes, según un informe periodístico del portal Primicias.

En lo corrido de 2023 no ha cesado la barbarie. El mismo medio reportó que, con corte al 23 de abril, “el distrito metropolitano de Guayaquil registró 729 muertes violentas, mientras que en el mismo periodo de 2022 se reportaron 437 asesinatos. Es decir, existe un incremento del 66,82 %”.

 

Las conexiones con Colombia

De acuerdo con información de la Policía, desde Guayaquil los narcos triangulan la logística de sus negocios con contactos en Medellín y Cali.

Contratan laboratorios en Valle, Cauca, Nariño y Putumayo, donde producen el alcaloide, y después lo despachan por vía terrestre, fluvial o aérea (en avionetas privadas), a través de las provincias fronterizas de Carchi, Esmeraldas y Sucumbíos (ver el mapa).

Dos de los principales coordinadores de esa operación han sido arrestados en Colombia en los últimos tres meses, en operaciones con la DEA.

El primero fue Wilder Sánchez Farfán (“el Gato Farfán”), el narco más buscado de Ecuador, detenido el pasado 9 de febrero en una vía de Pasto.

La general Olga Salazar, jefa de la Dijín, dijo que usaba una cédula colombiana falsa para moverse por la frontera y reunirse en Tumaco con disidentes del frente Oliver Sinisterra de las Farc.

El segundo en caer fue el empresario colombiano Juan Guillermo Naranjo Henao, el pasado 17 de abril en Medellín.

La Policía informó que “lideraba una organización con injerencia en Buenaventura (Valle) y Guayaquil. Desde allí controlaba el envío de cargamentos de droga mediante la contaminación de contenedores en estos dos importantes puertos marítimos del Pacífico. Usaba como rutas los principales afluentes del Río Naya, para el envío de estupefacientes en lanchas que salían de Puerto Merizalde con escala en Ecuador y México, donde sus aliados del cartel Jalisco Nueva Generación la recibían”.

El “oro rosado”

¿Por qué razones se incrementó el flujo de cocaína hacia Ecuador? La especialización de los ecuatorianos en el transporte del alcaloide, con el auspicio de los capos mexicanos, tuvo mucho que ver.

A esto se sumó el aumento en la producción de cocaína colombiana y de la demanda global de este producto, así como el incremento de las exportaciones generales desde Guayaquil (lícitas e ilícitas).

En 2017 entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio entre Ecuador y la Unión Europea, lo que triplicó las operaciones en el puerto. Esto coincidió con el aumento de despachos de toda clase hacia China, en especial del llamado “oro rosado”: el camarón.

En el país vecino hay 4.000 empresas camaroneras que exportan anualmente más de un millón de toneladas, ubicando al crustáceo como el segundo producto de exportación, después del petróleo.

De acuerdo con un informe de la BBC, Ecuador es el mayor exportador, produciendo “uno de cada cinco camarones que circulan en los mercados internacionales”.

Los narcos están aprovechando el festín, contaminando los contenedores con cocaína en el muelle y la zona de fondeo. También intimidan a los comerciales y contratistas camaroneros para que cooperen o paguen altas sumas de dinero para dejarlos trabajar.

Al parecer esta fue la causa del secuestro de José Vicente Zamora Meza hace tres años.

Luego, el 22 de marzo de 2021, sicarios acribillaron a su colega del gremio camaronero Rory Oswaldo Moscoso, al frente de su casa en la ciudad de Machala, vecina de la zona portuaria.

Este empresario de 56 años también había sido secuestrado en 2018, por delincuentes vestidos de policías.

La causa del asesinato de Zamora en Medellín se desconoce por el momento, pero los investigadores no descartan que los sicarios hayan sido contratados desde Guayaquil, la nueva central de los negocios clandestinos con Colombia.