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Durante varios años —tratando de ser alguien en la vida y disfrutando la fiesta, saliendo a volverme mierda, con la esperanza de no despertar al otro día— dormí de arrimado en varias camas de mis mejores amigos, “inflables”, sofás, casas ajenas, camas viejas, colchones de mierda, hoteles de mala muerte, moteles, gimnasios de pueblos, carros, camiones, pensiones, habitaciones de casas compartidas, que cuando viajo y me quedo en lugares decentes, que me permito pagar o me invitan, simplemente me quedo ahí, deseando jamás volver a pasar por todo ese mierdero, disfrutando, acostado con miedo de un día volver a vivir esos años malditos. Aunque en el fondo no fueron tan malos, quizás estoy exagerando, pero que ya se queden atrás, en serio. Y entonces aparece un sapo o una sapa —casi siempre es una sapa— que me dice que salga a conocer, qué disfrute el sol, el día, la gente, los momentos, a las personas, los lugares, las experiencias… Y simplemente sonrío y lo miro o la miro —porque repito, casi siempre es una sapa—, y como el Joker de Joaquin Phoenix, desvío mi mirada y simplemente le respondo: “no lo entenderías”.

 

Daniel Vivas Barandica
Caleño. Pasó hace rato los 30 años.
Comunicador, Periodista, Estratega Digital.
CEO de la agencia que conecta influencers con organizaciones #BrandMen.
www.brandmen.org
www.danielvivasbarandica.com

 

Nota del autor:

Mi nombre es Daniel Viva Barandica, en redes sociales: Inst: @danielvivasb, en Twitter @dani_matamoros. Comunicador Social con varios cargos que me he puesto tras haber trabajado en múltiples güevonadas. Aunque lo que más rescato con nostalgia, es que alguna vez fui periodista y pensé que podía llegar a ser escritor. La pereza, entrar a una industria donde todo el día toca estar pegado al computador, a los números, al dinero, a diferentes ciudades, a los eventos, a los clientes importantes  –marcas, políticos, multinacionales, emprendedores– y a gente que es, se volvió o se cree famosa, me vició y dejé de escribir. Hablo del influencer marketing, una industria que me hizo encontrar la tranquilidad económica, mental  –en teoría– pero de la que espero algún día largarme sin volver a mirar atrás… Aunque debo reconocer que no volver a montar en bus me mató la creatividad. No volver a odiar tanto mi vida, mi existencia, a la idea de tener que usar ese transporte público de mierda, a no tenerle rabia a un jefe, a un escritorio, a estar en la zona de confort, me hizo dejar de pensar en maricadas que luego se convertían en palabras, en frases pegajosas, en cuentos, en relatos, en tramas… Cuando montaba en bus, yendo a hacer rico a un hijueputa que quizás ni sabía mi nombre, imaginaba múltiples historias, en autoficción, de ficción, hasta opiniones sobre temas coyunturales, todas enmarcadas en ese género que un día me hizo ver, que al igual que yo, había más cabrones malditos que no sabían por qué estaban aquí. Me refiero al Realismo Sucio. Género que muchos no conocen, no entienden y cuándo lo leen en Internet, en un blog de un desconocido, se indignan, se ofenden, te odian, te cancelan, piden tu cabeza… Me pasó con un cuento que hice contando mi experiencia en el Petronio Álvarez de antaño, cuando el evento era “calle” y no todo ese farsánduleo chirri barato cool high de clasistas con remordimiento. Me pasó cuando hice un texto sobre la arrechera que me producía, a mis escasos cinco años, ir a hacer pizzitas con las meseras de Karen’s Pizza, y así puedo seguir, la lista es larga, la bien llamada “Generación de Cristal” me canceló y te puede cancerlar, pero vale verga, empecemos de nuevo y miremos cómo me va. Usaré este espacio para pensamientos, relatos, microhistorias, y demás maricadas, lo importante es volver a soltar y encontrar esas palabras que desde hace algunos años están en mi cabeza y que por alguna razón he reprimido… ¿Miedo a hacer juzgado? ¿Autocensaura? ¿Perder clientes? A lo mejor… Esta semana volví a leer algo que no fuera novelas gráficas o cómics, retomé al cubano Pedro Juan Gutiérrez, “El Bukowski habanero”, con su libro “Estoico y Frugal”. No está tan áspero como los de antes, pero creo que el viejo me ha invitado a despertar…


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