Un poeta: eco de un sueño adolescente

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Por: Marcela Salazar, Comunicadora social y Magíster en Literatura Hispanoamericana. Ha trabajado en comunicación, contenidos y proyectos culturales, siempre entre letras, cámaras y creatividad. Fan del cine y los planes culturales. En X @soydivarosa.

 

Sí voy a romantizar mucho a Óscar Restrepo, el protagonista de Un Poeta, porque aunque es un adulto pésimo, incapaz de asumir responsabilidades, lo está intentando y porque mi adolescente interior conecta con él y envidia un poco esa valentía de mantener intacto los sueños, más cuando son ligados al arte y a la creación. Espero eso sí, que aligere su camino y que no solo intente sino que logre escribir un poema feliz.

Me encanta que una película que habla del fracaso logre tanta empatía y reconocimiento, incluso al punto de ser elegida para representar a Colombia en los Premios Óscar y los Goya 2026.

Un poeta, de Simón Mesa Soto, me llevó en un viaje a mi etapa más parecida a vivir como un cliché de poeta maldito: la adolescencia. Nunca más he vuelto a tener tanta pasión por defender mis ideas ni mis gustos, ni tanto tiempo para dedicarles. Por eso —y sí, romantizando un poquito, o mucho— le reconozco al protagonista la coherencia de no traicionarse.

 

El filme Un poeta será el encargado de llevar el nombre de Colombia a los premios Oscar y Goya 2026 como candidato oficial a Mejor Película Internacional.

Óscar Restrepo es poeta… o desempleado, según quién lo mire. Cuando joven escribió un par de libros que representaron el mayor logro de su carrera, logro al que todavía se aferra como náufrago a un salvavidas. Hoy es un pésimo adulto que vive con su mamá, entre bloqueo creativo, frustración y aguardiente. Incapaz de encajar en el sistema, pero fiel a la poesía y a su ídolo José Asunción Silva.

En medio de un trabajo que hace motivado por ser un papá responsable, aparece Yurlady, su alumna. Una adolescente que escribe y dibuja con talento y sin pretensiones. Ese encuentro le mueve el piso a Óscar: en su deseo de apoyarla, encuentra algo más que un propósito.

La película narra sus fracasos diarios con ternura y humor. Es una tragicomedia ver a un “Baudelaire” paisa en su rutina cotidiana, pero sin el halo de París ni la absenta.

El carisma de Ubeimar Ríos sostiene al personaje con una cercanía entrañable, acompañado de un elenco de actores naturales donde incluso aparece Víctor Gaviria en un cameo. Todo filmado en dieciséis milímetros.

Y ahí hay algo clave: la película nos recuerda la belleza de lo simple. Esa capacidad de encontrar luz en lo cotidiano. Una sensibilidad que conecta con la poesía, pero que se va apagando cuando entran el ego, la academia y la mirada de los otros.

Un poeta me tocó porque reivindica a ese adolescente interior que fui. Ese que soñaba sin límites, que defendía sus pasiones con vehemencia, creo que hace mucha falta rescatar de vez en cuando a ese adolescente interior para salvarnos de ser demasiado adultos. Al final, como todo,  de eso se trata: de buscar un equilibrio.


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