Vuelve «El Caballo de Hierro»

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El proyecto “Ferrocarril del Pacífico”, símbolo de modernización en del Valle del Cauca durante el siglo XIX y Siglo XX 

 

Resulta irónico que hace aproximadamente más de 150 años, Colombia y las élites de Popayán, Cali, Buga y Palmira, pensaran en conectar esa región y a Colombia con el Océano Pacífico. Cali para ese momento se proponía ser el centro de actividades económicas del Pacífico. Hoy después de más de 150 años, Colombia aún sueña con despertar esos ferrocarriles que han estado dormidos por mucho tiempo y así aprovechar todas esas ventajas económicas y en materia de comunicación que trae consigo el tren.

 

Santiago Eder, fundador de la Empresa la Manuelita y tatarabuelo del actual alcalde de Cali, Alejandro Eder, fue uno de los hombres pioneros que en su época estuvo involucrado en la construcción del Ferrocarril del Pacífico fundado el 1 de enero de 1915.

 

Eder desde su posición de cónsul de Buenaventura, para la época estableció las relaciones comerciales y políticas entre el Valle del Cauca y los Estados Unidos. Para Santiago Eder y las élites de la época era fundamental, no solamente conectar a Cali con Buenaventura, sino que Cali debía tener una buena comunicación con Palmira, ciudad vecina. La salida al mar proporcionaría beneficios para todos sus habitantes, entre ellos, ricos y pobres.

 

En el caso del Valle del Cauca tenemos como ejemplo la inversión tanto local como también la búsqueda de capital extranjero por parte de las élites que se adscriben al intento de construir el Ferrocarril del Pacífico. El primer ferrocarril en Latinoamérica fue construido en Cuba y contó con el apoyo de inversiones españolas. De igual forma, aunque el capital cubano fuera suficiente para construirlo, por ley debían existir inversiones internacionales para garantizar el patrocinio de 34 las obras.

 

Lo anterior significó que España participó de las inversiones del ferrocarril que se construyó en la isla. Cuba, para ese entonces, fue el primer país latinoamericano que utilizó energía a vapor, y que a su vez, industrializó la producción de caña de azúcar. En base a esto se puede decir que Cuba fue un ejemplo para el proyecto de Eder en el Valle del Cauca, además de que para el momento el país tenía la industria azucarera más solvente del mundo. 

 

Los ferrocarriles permiten a su vez entender el papel que jugaron con respecto a la consolidación de la producción a gran escala. El “caballo de hierro” jugó un papel fundamental mediante la movilización y consecución de proyectos enmarcados en lógicas industriales y consecuentemente modernas.

 

En consecuencia, se trató de una promoción por parte de las élites del llamado “desarrollo hacia afuera”. A partir de esto se permite también establecer que tanto los ferrocarriles como la tecnología van cumplir un rol determinante en el control de las sociedades por parte de los empresarios, que van a terminar instaurando el sistema capitalista alrededor de estos nuevos sistemas de comunicación y medios de producción.

 

La imposición del sistema capitalista y el desarrollo de una estructura social, como de unos medios de producción definidos en regiones determinadas, se van a reflejar en la modernización de la tecnología de transporte y de producción, la cual también van a tener una repercusión en lo que confiere el mismo desarrollo del aparato estatal como estructura de control solvente, que garantice la unión de esas mismas regiones por medio de sistemas de inversiones, los cuales consolidan a su vez por medio del intercambio de productos y mercancías, la fortificación de las mismas ganancias y la capacidad de seguir subvencionando los proyectos de modernización en el país.

 

La construcción de ferrocarriles generó a su vez un impacto social y político en la población, debemos entender que ésta posibilitó por ejemplo, la apropiación de un conocimiento técnico que obligó a la sociedad a adaptarse a estos nuevos sistemas de transporte y su infraestructura.

 

También la consecución y dirección de estos proyectos significó una constante relación internacional con inversores, ingenieros y empresarios modernos. Para le época, los intereses de la élite corrían todos alrededor del ferrocarril, que ya aparecía como símbolo y puerta hacia la modernización en la región.

 

El asunto de la “vallecaucanidad” es decir la identidad vallecaucana, va estar amarrado a estos primeros intercambios sociales, interregionales e internacionales que se empiezan a cristalizar en estas épocas debido a la creciente inversión y motivación que se empezaba a desarrollar en el Valle del Cauca en torno a estos proyectos.

 

Por otra parte, en 1878, Eustaquio Palacios, eminente escritor regional, empezó a dirigir un periódico llamado “El Ferrocarril”. Este periódico se encargaba de mantener informada a toda la población sobre todos los pormenores de las obras que se adelantaban y que tenían que ver con la llegada del ferrocarril a la región.

 

  • El ferrocarril va ser entonces el primer símbolo de esa modernización, y por sobre todo, en el sentido de que es una máquina que va ser utilidad general, es decir no solamente va estar adscrita a un cierto grupo privilegiado. Este factor es determinante en la forma de identificación que se va empezar a generar en la población de la región, puesto que la población va a estar al tanto de los progresos y desarrollo de los trabajos para su puesta en marcha.

 

  • El ferrocarril como símbolo también contiene sobre sí mismo unos componentes que encarnan su espíritu intangible, el cual se basa en su capacidad de comunicación de las regiones y las gentes, saludando y capturando la atención de todos a su paso, pues lleva en su mismo movimiento el sentir, el color, las mercancías y los sueños de toda una región que se representa en su mismo tránsito.

 

  • El ferrocarril, en esencia, fue el más importante símbolo de la modernidad, porque capturó a su vez un espíritu democrático, pues es al paisano que le pertenece solo con su mirada, no teniendo la necesidad de hacerlo suyo, ya que la máquina transforma la individual fragmentación geográfica, accediendo a la integración social y regional, por medio de la conexión e interrelación a través de su tránsito y movimiento.

 

  • Con su humo cual cigarrillo encendido y pintado cual carnaval que avisa su llegada a la provincia, subiendo y bajando, uno a uno, todos hacen parte de él, porque es un objeto de existencia pensado románticamente desde los abrazos de despedida y los besos de llegada de los viajeros, y sería, en últimas un servicio que dejaría su impronta indeleble en la cultura regional.

 

  • Se podría plantear, que el ferrocarril llegó para unir y hacer más rápido y fácil todo lo que en algún momento fue lento y agotador. Un recurso de la técnica, una máquina que se abre camino, entre esa tosca y rústica naturaleza impenetrable, para alcanzar a representar los patios de las ciudades y sus fábricas en los ojos del campesino que nunca ha salido de su vereda y que lo pone de cara frente a los recursos de la tecnología señalando el advenimiento de la modernización.

 

Hoy Colombia vuelve a vivir el despertar del “Caballo de Hierro”, estas maquinas que han estado dormidas y olvidadas por gobiernos que menospreciaron el poder de estos medios de comunicación y que en Europa llevan abanderando el desarrollo por más de dos siglos.

 

Por: Samuel Kaputt

https://www.instagram.com/samuelkaput


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